Miércoles 27 de mayo de 2020
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Hoy es miércoles y llevo ya cinco días en mi residencia, mi hogar. El COVID-19 ha dejado su impronta en este centro. Hay mucho personal de baja -demasiados- y se nota.
Además, cada día hay algo nuevo que me recuerda la nefasta gestión de la residencia. Lo último, ha sido ver al señor de mantenimiento parcelar unos espacios en forma de habitáculo de algo más de un metro frente a la recepción. Dentro, reza una leyenda que dice: "espere aquí su turno". ¿Qué turno?, me pregunté.
Luego, me han aclarado que son marcas para el personal para que, nada más atravesar la puerta, esperen en fila india a que les chequeen la temperatura. Y lo hacen ahora, tres meses después. Bueno, nunca es tarde. Aunque podría haber sido antes de tanta muerte, contagio y abandono. Es lo que hay, parece que la gestión de este centro siempre va 10 pasos por detrás.
Tras este descubrimiento, vuelvo a mi habitación. A las siete de la tarde, la vida de mi residencia se apaga, todo el mundo descansa. Mañana os cuento más.