Ante las noticias publicadas en la prensa canaria, de las que se han hecho eco algunos medios nacionales, respecto a la polémica por la custodia de los documentos del gran físico español Blas Cabrera, promovida por algunos familiares del insigne científico a partir de la llegada de sus restos a Tenerife, procedentes de México, quisiera hacer algunas consideraciones.
Uno de sus nietos, físico y arquitecto, secundado por una parte de la familia, ha decidido, movido por razones difíciles de entender después de muchos años de silencio e indiferencia sobre el legado de su abuelo, emprender una cruzada para “recuperar “de repente y con prisas, esos documentosde Blas Cabrera, sobre cuya figura, por cierto, no se le conoce hasta ahora ningún escrito relevante, ninguna reivindicación científica histórica, ni ninguna acción directa para mostrar al público español y universal la grandeza de uno de sus más preclaros científicos.
Blas Cabrera Felipe, nacido en Lanzarote, y fallecido en el exilio en México, fue un destacado físico, experto en magnetismo, rector universitario, cuya valía fue reconocida nada menos que por Marie Curie y Albert Einstein, sus padrinos en su elección como miembro de la Commission Scientifique Internationale del Institute Internationale de Physique Solvay, la más prestigiosa reunión científica de su época.
Estoy seguro que su nombre hubiese pasado desapercibido, no ya para el gran público, sino incluso para las más jóvenes generaciones de científicos, como ya sucedió con otros ilustres nombres de la historia de nuestra ciencia, como Domingo de Soto, Alonso de Santa Cruz, Nicolas Monardes, Jerónimo de Ayanz, Celestino Mutis, Antonio de Ulloa, Jorge Juan, Félix de Azara, Gabriel Ciscar, Agustín de Bethencourt, Jaime Ferrán, Leonardo Torres Quevedo, Fidel Pagés, José Domingo Hernández Guerra, Enrique Moles, Honorato de Castro, Emilio Herrera, Mónico Sánchez, y un largo etc., muchos de los cuales, a pesar de su reconocimiento internacional, siguen siendo absolutos desconocidos para nuestros conciudadanos.
Creo honestamente que la única razón por la que Blas Cabrera es hoy alguien reconocido en el panorama cultural y científico español se debe al empeño, persistencia y tenacidad de una única persona, el profesor Francisco González de Posada, uno de nuestros más renombrados e ilustres académicos, que decidió hace muchos años que una figura señera como la del Dr. Blas Cabrera debía ser conocida y reconocida por las nuevas generaciones. Fruto de sus esfuerzos, de su tenacidad y de su relación directa con los descendientes del científico, le fueron cedidos una serie de documentos que su hijo Nicolás guardaba, con el fin de que fueran conservados y divulgados para conocimiento público.
Y así como no consta en lado alguno que estos parientes cercanos que con tanto ahínco parecen haber despertado ahora de su letargo y reclaman con cajas destempladas tales documentos hayan hecho nada destacable por la memoria de su abuelo, sí es notorio y manifiesto para cualquier estudioso del tema que el Prof. González de Posada ha sido el auténtico y verdadero hagiógrafo de la figura de Blas Cabrera.
Prueba de ello son sus libros, tres de ellos especialmente significativos, Blas Cabrera Físico español y lanzaroteño ilustre(1994), Blas Cabrera ante Einstein y la Relatividad (1995) y Blas Cabrera, Vida y Pensamiento, publicado junto a la profesora Dominga Trujillo en 2005, y los cientos de conferencias impartidas a lo largo y ancho de la geografía española e iberoamericana sobre la insigne figura.
Por todo ello me resulta indignante, como científico, como estudioso de la historia de la ciencia y como colega, amigo y seguidor de la ingente labor divulgativa que ha desarrollado el Dr. González de Posada en beneficio del conocimiento de esta personalidad y otras varias de las citadas con anterioridad que aparezcan algunas noticias con un claro sesgo difamatorio, con un desconocimiento supino por parte de quienes las escriben, que solo han escuchado a una de las partes, la que va a generar el “sabroso” titular, y sin el adecuado contraste de la otra versión, que en mi opinión se ajusta mucho más a la realidad que la que defienden algunos de los parientes, que no todos, y que, en el fondo no es más que una lucha pueblerina sobre un tema de importancia relativa, que es dónde deben estar custodiados esos documentos. Si en Madrid, de cuya universidad fue rector el Dr. Blas Cabrera, o en Tenerife, que es donde reposan sus restos desde hace unos días. Aunque la lógica me dice que estos documentos, de estar depositados en algún sitio en Canarias, debería haber sido Lanzarote, su lugar de nacimiento, si sus autoridades hubiesen hecho los deberes ante hijo tan ilustre y hubiesen construido un museo en condiciones que honrara su memoria y mostrara al mundo la importancia de sus contribuciones.
En mi opinión, esos documentos son parte de la historia científica de nuestro país y no tendría el menor sentido que estuvieran almacenados en una caja. De hecho, ha sido el Dr. González de Posada el único que durante años ha estado machaconamente hablando de él y de su obra, organizando cada año jornadas en su memoria, encargando personalmente un monumento a su figura en Lanzarote, que, por cierto, sufre un importante deterioro, sin que parezca importarles mucho a responsables públicos de esa isla.
Y estoy convencido que es el Dr. González de Posada el más interesado, siendo el máximo experto en nuestro país y seguramente en el mundo, en la vida y obra del científico lanzaroteño, en que esos documentos tengan esa destino en el que ahora de repente, algunos de sus parientes han decidido volcar sus energías, a costa de difamar y tratar de manchar la inmaculada trayectoria académica y científica del Dr. González de Posada, cuyo único pecado ha sido preservarlos con mimo y cuidado para que puedan ser disfrutados en las mejores condiciones posibles por las generaciones venideras.
Pero también estoy convencido que él siente que ese legado del que ha sido fiel custodio durante tantos años no puede ser entregado alegremente y sin más consideración a aquellos que durante más de 70 años han olvidado su existencia y creo que deberán ser depositados cuando corresponda, en el lugar y bajo la tutela de aquellos que aseguren su conservación y difusión.
En mi opinión, la memoria, la vida y la obra de Blas Cabrera Felipe pertenece ya al pueblo español y debe ocupar el lugar que le corresponde en el exiguo olimpo reconocido de la ciencia española. Y honestamente creo que es absurdo que por lazos de parentesco reclamen ahora la propiedad y peleen por la localización geográfica de este depósito, cuando el fin último reconocido por todas las partes es garantizar la conservación y, en función de la relevancia que determinen los expertos, la difusión de esos textos. Eso sólo se puede hacer objetivamente desde las instituciones académicas españolas reconocidas, con las que el científico tuvo estrecha relación.
Sobre el autor:
José Ramón Calvo
Jose Ramon Calvo, Presidente del Comité Médico de Cuídate+, sección sobre longevidad saludable de 65YMÁS, es académico de número de la Real Academia Europea de Doctores (RAED) , presidente del Instituto de Cooperación Internacional de la RAED y asesor estratégico del Barcelona Supercomputing Center (BSC).
Doctor en Medicina, es también catedrático jubilado de Educación para la Salud en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, fundador del Campus de Excelencia y presidente del International Campus of Excellence.
Igualmente es exdirector ejecutivo de la oficina española del International Centre for Migration, Health and Development, miembro del Climate Change Reality Project –liderado por Al Gore–, autor de numerosos libros y artículos y reconocido conferenciante internacional sobre temas de motivación, liderazgo y salud.