Aumentar el periodo de cálculo de las pensiones: una vieja historia
Foto: RTVE
Martes 16 de noviembre de 2021
ACTUALIZADO : Miércoles 17 de noviembre de 2021 a las 15:29 H
10 minutos
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Martes 16 de noviembre de 2021
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Justo cuatro meses antes de la moción de censura contra Mariano Rajoy de 2018 que provocó la caída de su segundo Gobierno y la investidura de Pedro Sánchez como séptimo presidente del Gobierno de España, Fátima Bañez, ministra de Empleo y Seguridad Social en aquel momento, hacía públicas unas declaraciones en TVE en las que el Gobierno proponía que “quienes tienen largas carreras de cotización, más de 38 años, puedan elegir toda su vida laboral para calcular su pensión cuando se jubilan”. Según estas declaraciones, hechas el día 16 de enero de 2018, la medida mejoraría la pensión a quienes pierden su mejor trabajo en edad avanzada y luego ven reducidas sus cotizaciones.
Ese mismo día, el portavoz del PP en la comisión parlamentaria del Pacto de Toledo, donde se debatía la reforma de las pensiones desde hacía más de un año para presentar sus recomendaciones (que por aquel entonces ya iban con retraso), afirmaba en un conocido periódico que la idea que su grupo en realidad estaba proponiendo, en línea con lo que sucede en otros países europeos, era ampliar el periodo de cálculo de la pensión a toda la vida laboral, permitiendo a los trabajadores desechar los años con menores cotizaciones. “Unos pocos, lo otro no tenía sentido”, apuntaba en conversación con este periódico. Tampoco habló de la posibilidad de que fuera opcional para el trabajador elegir la opción que le fuera más beneficiosa.
También ese mismo día los sindicatos mayoritarios no tardaron en decir que estaban en contra de cualquier medida que hiciera referencia a un posible aumento del periodo de cálculo de las pensiones.
Para encontrar el polo opuesto a estas propuestas tenemos que remontarnos a mayo de 1985, cuando se convocó la primera huelga general de 24 horas en la España de la democracia. Fue convocada por CCOO y otras fuerzas minoritarias para el día 20 de junio de 1985 en contra de la primera reforma de calado del sistema de pensiones español aprobada el 28 de mayo de 1985, tres años después de llegar al poder el primer Gobierno de Felipe González, y que aumentaba el período mínimo de cotización de diez a quince años y el número de años utilizados para el cómputo de la base reguladora desde dos años hasta los ocho previos a la jubilación.
Por diversos motivos he vivido de manera muy directa estos dos acontecimientos y siento decir que esta vez voy a necesitar más tiempo del habitual, si cabe, para llegar a la conclusión final de la carta.
Por ironías de la vida, participé activamente en la huelga general de 1985 durante las 24 horas que duró como miembro de un piquete “informativo” que comenzó su trabajo en la Zona Franca de Barcelona impidiendo la salida de los autobuses nocturnos desde sus cocheras. Para ello empleábamos diferentes técnicas, que prefiero no describir para no dar ideas, que consiguieron paralizar el transporte público durante bastantes horas hasta que comenzaron las primeras cargas de la policía antidisturbios. Al amanecer conseguimos reunirnos de nuevo todos los que no habíamos acabado en comisaria y recorrimos diferentes barrios “informando” de los motivos por los cuales se estaba realizando la huelga general y por los que se tenían que bajar las persianas de manera “voluntaria” para solidarizarse con los trabajadores. Me acuerdo que al final de la jornada hicimos desalojar con mucha educación (y esta vez lo digo sin ironía) a todos los pasajeros de un autobús y lo llevamos hasta la misma plaza de San Jaime victoriosos para dar por terminada la jornada de protesta y unirnos a la manifestación con el resto de compañeros y compañeras que habían conseguido paralizar Barcelona ese día casi en su totalidad.
Mi tío para aquel entonces aun trabajaba en la Bruguera, la editorial que dio a luz a la mayoría de los personajes de dibujos que marcaron la infancia de los ahora llamados baby boomers, y digo que aun trabajaba porque se avecinaba una de las luchas obreras más épicas que ha habido en España en tiempos de la democracia.
Cuando yo era niño en mi casa no había un duro y todo lo que se leía era gracias a que mi tío solía traernos recopilaciones con algún defecto con todas las aventuras de Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón, Botones Sacarino, Carpanta, Pepe Gotera y Otilio, 13 Rue del Percebe... Mi hermano y yo devorábamos esos cuentos y luego los cambiábamos por unas pesetas en una vieja librería donde las revistas se apilaban en columnas según su estado de conservación. La única cultura que tuve en mi infancia (en realidad la única que he tenido) consistió en la lectura de esos comics, a los que sucedieron más tarde el gran Ivá y sus personajes de El Jueves.
El 1 de junio de 1986 la Editorial Bruguera SA cerró sus puertas en medio de la crisis de desindustrialización del país, el cierre de empresas y el crecimiento desbocado del paro. CCOO y UGT pactaron con la empresa una indemnización de 20 días por año con un tope de 12 años y la mayoría de trabajadores aceptaron esas condiciones tras años de cansancio y lucha desde que en 1982 se produjo una suspensión de pagos, con expediente de crisis y regulación de empleo.
200 personas se opusieron a ellas y ocuparon la fábrica de Parets del Valles para iniciar una lucha que duró cuatro años más hasta que en 1990 el Tribunal Supremo les dio la razón en todos los términos: 45 días por año sin tope de años y cobrando el salario de tramitación durante todo ese tiempo.
Mi tío fue uno de los que aceptaron las condiciones iníciales pactadas por empresa y sindicatos mayoritarios. Tenía cincuenta y tantos años y 3 hijas cuando eso ocurrió. Él pensaba que pronto encontraría un nuevo trabajo y no tenía ganas de jaleos. Posteriormente no encontró ningún trabajo y se abandonó al alcohol y a una profunda depresión porque nunca logró superar la tristeza de haber perdido su puesto de trabajo y de haber perdido su dignidad.
Mi tío murió antes de jubilarse. También es verdad que la jubilación que le esperaba no le habría ayudado mucho a recuperar su dignidad, ya que habría sido calculada con sus últimos ocho años cotizados y, más o menos, esos eran los años que habrían pasado desde que lo perdió todo. Aunque mucho peor habría sido para él que su jubilación se hubiera calculado con sus dos últimos años cotizados, que eran por los que yo luchaba de manera irreflexiva e insensata el día de la huelga general.
Ahora que a mi pesar tengo más tiempo para pensar en mi pasado es cuando más me acuerdo de mi tío y me hago consciente de todo por lo que tuvo que pasar. Ha sido durante estos años que llevo alternando paro, ayudas y contratos precarios desde que fui despedido con 51 años cuando he comprendido que calcular tu jubilación con los dos últimos años cotizados, como se hacía en España antes de 1985 existiendo un 20 % de paro desde la crisis del petróleo del 1973, suponía un robo a mano armada para los trabajadores y trabajadoras asalariados y autónomos, que siempre han estado expuestos a perder su mejor trabajo a los 50 después de haber trabajado muchos de ellos desde los 18 años. Al mismo tiempo, pongo la mano en el fuego a que ese sistema de cálculo dio lugar a una fuente de chanchullos y artimañas para aquellos que podían engordarse sus últimas 24 cotizaciones mensuales al máximo de lo permitido después de haber cotizado por el mínimo todas las anteriores, o para beneficiar a aquellos sectores profesionales privilegiados e influyentes que podían pactar como iban a ser sus últimas nominas hasta la jubilación.
Después de la reforma de 1985 vino la de 1995-96, que aumentó hasta 15 años el periodo de cómputo de forma progresiva. Finalmente, respecto a lo que a periodos de cómputo se refiere, la reforma de 2011 de Zapatero elevó el periodo de cómputo hasta 25 años de manera también progresiva, cantidad que se alcanzará el año que viene.
Situándome ahora en el 2018, justo el día que Fátima Bañez hacía sus declaraciones, yo estaba cobrando el paro y tengo que reconocer que sentí un gran alivio al escuchar sus palabras, ya que yo había hecho mis cálculos y mi estado de ansiedad era preocupante desde que me di cuenta de la irrisoria jubilación que me esperaba después de haber cotizado durante 31 años con cantidades nada despreciables.
Quiero creer que las palabras de Fátima Bañez estaban cargadas de buenas intenciones y que realmente quería para buscar una solución a la situación alarmante que se estaba viviendo por culpa de la masacre que estaba causando entre l@s mas desfavorecid@s por las sucesivas crisis el subsidio para mayores de 55 años impuesto en el 2012 por su Gobierno en medio de la crisis del ladrillo y en sustitución del que existía para mayores de 52 años.
Haciendo unas cuentas rápidas diré que ese subsidio cotizaba a los desempleados mayores de 55 años por la base mínima de cotización (la base mínima de cotización se calcula a partir del salario mínimo correspondiente, que en tiempos del PP estaba por los suelos). Con lo cual una persona despedida en 2012 con 51 años tenía que esperar hasta los 55 años sin añadir ninguna cotización a su vida laboral (en el caso bastante probable de no encontrar trabajo) y luego subsistir con 420 euro de ayudas a partir de los 55 hasta su jubilación a los 61 años de manera involuntaria en el mejor de los casos. (Digo en el mejor de los casos porque si después de su despedido hubiera aceptado algún trabajo temporal esporádico de por medio entonces tendría que esperar hasta los 63 años para jubilarse de manera voluntaria con mayores penalizaciones y más años malos a añadir a su periodo de computo).
Teniendo en cuenta que la base reguladora se calculará en 2022 con los últimos 25 años cotizados, y en el supuesto estremecedor de que no hubiera cambiado el gobierno en 2019 y con la certeza de que nada hubiera cambiado en el sistema de calculo gracias a los sindicatos, ese hipotético trabajador o trabajadora que fue despedid@ en 2012 y luego aceptó algún trabajo temporal habría tenido una pensión de risa que se habría calculado teniendo en cuenta para el periodo de computo sus últimos 4 años de lagunas y los 8 años restantes de bases mínimas por los que habría cotizado el anterior subsidio para mayores de 55 años hasta su jubilación.
Si ahora nos situamos en la actualidad tengo que reconocer que las cosas han cambiado a mejor desde 2019 en lo que a protección para mayores de 52 años en desempleo se refiere y en lo que a salario mínimo se refiere. También tengo claro que ese hipotético trabajador o trabajadora despedid@ en 2012 con 51 años habría maldecido su suerte por no haber sido despedido 7 años mas tarde estando Sánchez en el Gobierno y además tener la desgracia de contar con los sindicatos de por medio impidiendo cualquier mejora en el sistema de cálculo de la jubilación para aquellos que llegan al final de su vida laboral en el desempleo, o alternando contratos precarios, pero que tuvieron tiempos mejores y que cuentan con largas carreras de cotización.
Para terminar tengo que decir que mi sensación y mi manera de pensar es que todos los acontecimientos habidos en estos últimos 15 años han dejado patas arriba todo lo anteriormente establecido y que seguramente la solución no esté ni en un extremo ni en el otro, sino en un término medio.
Mi deseo sería que cada uno eligiera sus mejores años cotizados, ya sean 25, 30 ó 35, los que se decidan, porque aunque se diga que todos somos iguales no todos hemos vivido en las mismas circunstancias. Y si esta opción es inviable porque las arcas de la seguridad social se resentirían, como mal menor la propuesta de sistema de calculo que hace Escrivá sigue siendo más justa que el actual sistema porque recogería buena parte de la carrera profesional de la mayoría (incluyendo a los que les fueron mejor las cosas a mediana edad, a los que les ha ido mejor al final y a los que les ha ido mejor siempre) y además, según él, permitiría descartar los peores años de cotización e integrar posibles lagunas.
Un saludo a todos los pensionistas actuales y futuros, y gracias a 65Ymás por ayudar a que todos estemos mejor informados en un asunto tan delicado como es la reforma de las pensiones.
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