Sábado 11 de febrero de 2023
4 minutos
Antes: La función de la banca era la captación del ahorro y la financiación a las familias y empresas.
Después: Son meros comisionistas de cualquier producto que se pueda vender y cobrar una comisión.
Antes: La oficina bancaria era el lugar de peregrinación de muchos ahorradores que depositaban su confianza y su dinero y eran atendidos con amabilidad.
Después: Se han eliminado miles de oficinas y se han intercambiado por cajeros que ni hablan ni escuchan. La amabilidad ha desaparecido y si quiere algo, haga como don juan palomo: “yo me lo guiso y yo me lo como”.
Antes: El director de la oficina (el de toda la vida) era el referente para muchas personas que depositaban sus ahorros porque les asesoraba y, con un criterio de buenas prácticas, les ofrecía aquello que más les podía beneficiar.
Después: El código de buenas prácticas ya no existe. el director de la oficina es uno más que lo cambian cada 6 meses, casi nadie lo conoce y que tiene como función principal colocar todos aquellos productos que sus superiores le indican a quien sea y como sea.
Antes: La banca fomentaba el ahorro entre los jóvenes (recuerdo que se repartían huchas) y el crecimiento de los recursos ajenos era el indicador que utilizaba la banca para medir su eficiencia.
Después: La banca minorista ha pasado a ser banca privada que asesora y gestiona grandes patrimonios y el resto no interesa porque, según ellos, no es rentable.
Antes: La libreta de ahorros era el documento que todos teníamos como garantía del dinero depositado en la entidad y en ese documento quedaban reflejados todos nuestros movimientos. La gente más mayor, en particular, lo agradecía mucho. había gente que dejaba la libreta en la oficina y periódicamente iba a ver cuanto dinero tenía.
Después: Hoy todo está concentrado en la web de los bancos y para mucha gente se convierte en un verdadero calvario acceder a esa información, incluso para los más expertos.
Antes: La banca y la tecnología avanzaban paralelamente con el objetivo de facilitar a la gente unos servicios más ágiles y ofrecer productos más innovadores.
Después: La banca ha encontrado en la tecnología el medio para redimensionar sus plantillas y cerrar oficinas. el nivel de complejidad es tan elevado que ya nadie entiende lo que contrata y aún menos sabe utilizar la cantidad de apps existentes.
Antes: El personal de los bancos estaba satisfecho con su trabajo y se implicaba al máximo en sus tareas lo que se traducía en un servicio de atención al cliente eficaz. El mensaje era claro: “primero se atiende al cliente y luego ya se hará la faena administrativa”
Después: En la mayoría de las oficinas hay solo una persona atendiendo a la clientela. se fijan horarios para determinadas actuaciones. Todo lo que se pueda hay que realizarlo por el cajero. La clientela realiza colas y se queja constantemente. El empleado atiende sin ganas.
Antes: La banca diseñaba productos financieros que se entendían y se comercializaba entre la clientela en función de sus necesidades.
Después: Se diseñan productos complejos, se comercializan de forma general y mucha gente acaba teniendo productos ligados a la evolución de los mercados, de tal forma que cuando se dan cuenta su dinero se ha reducido.
Antes: La imagen de la banca era la de entidades que salvaguardaban el dinero de sus depositantes, actuaban con profesionalidad y financiaban a las familias con el objetivo único de servir a la sociedad.
Después: La imagen de la banca se ha deteriorado. Los clientes ya no confían, pero como no tenemos dónde guardar nuestro dinero tenemos que depositarlo en estas entidades.
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