Jueves 19 de noviembre de 2020
3 minutos
Estimada moza:
Desde mi atalaya de 80 años, quiero contestar a tus declaraciones sobre la gente que con tu verborrea suave mandas a dar una vueltecita al sol por el parque, o por lo menos es lo que deduzco yo, ya que a los políticos hay que leeros varias veces para saber lo que queréis decir, y así y todo hay que repensarlo.
Primero me gustaría recordarte que si tú estás en ese puesto muy bien remunerado es por que mucha gente de mi generación te ha puesto en él con sus votos, o mejor dicho, puso a un partido hoy totalmente opuesto a lo que predicaba en la campaña electoral.
Te escribo desde una generación, llamada de la posguerra, que fue capaz de conseguir pasar del nada al todo, sin haber estado preparada para una democracia que trajimos, y en la que nuestros mayores no morían en residencias, sino en sus casas y acompañados, cosa que tu generación no hace.
Fuimos capaces de reconciliarnos con aquellos con los que nuestros padres, de un bando o de otro, se apuntaban a tiros en las trincheras de la guerra incivil, como dijo mi paisano Unamuno, enterrando rencores, que ahora se desentierran porque políticamente son rentables para los partidos de uno u otro pensamiento.
Somos, aunque tú no lo quieras ver, los cimientos de este país, que seguramente sería mucho más digno si los políticos sin ambiciones personales pudieran gobernar. Por que a la vida política se debe venir a servir y no a ser servido.
La vejez, moza Adriana, no son viejos al banco del parque, la vejez es sabiduría, experiencia, comprensión y sostén de todos los pensamientos. Bueno sería que algún día llegues tú a ella y te des cuenta de todo lo que habéis perdido mandándonos a pasear. Yo ya no estaré aquí, porque no me salen las cuentas, pero recuerda que si tienes la suerte de tener nietos, edúcales para que aprovechen tus experiencias, que posiblemente serán importantes, y que aprendan de ellas, de las buenas y de las malas. Y diles que al parque a tomar el sol irás cuando a ti te de la gana, no cuando ellos quieran.
Atentamente, un ciudadano de 80 años que no pertenece a tu generación, que es la única que puede mandar, según nos has dicho tú misma. No sabes lo que te pierdes. Qué pena me da.
Jesús Martín Fernández (Bilbao)
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