Domingo 26 de abril de 2020
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Les cuento mi caso. He trabajado 25 años en Barcelona y 15 más en Zaragoza, siempre en Telefónica. Me jubilé con 60 años y pensé que era el momento de hacer lo que más me gustaba: vivir en mi pueblo, provincia de Huesca, donde tengo casa, puse mis gallinas y mi huerto. Iba a cursos de guitarra, pintura, jota y varios más tanto en Huesca como en Zaragoza, además de viajar con frecuencia a La Manga del Mar Menor, Mallorca, Israel, Cuba...
En fin, llevaba una vida de jubilada feliz. De pronto, unos señores deciden que no puedo salir de casa. ¡Les juro que soy inocente, yo no he hecho nada malo para que me condenen! No puedo ir al huerto ni siquiera a cosechar mis acelgas y otras verduras porque pasa la Guardia Civil y nos dice "a casa y a la próxima vez multa". ¿Estoy soñando? Toda la vida luchando por la democracia y mejoras laborales para que venga un político de poca monta y nos quite todos los logros de un plumazo. No puede ser cierto. Esto son imaginaciones mías. Puede que haya estado hoy demasiado tiempo en la playa tomando el sol.
Tengo 80 años, una actividad desenfrenada y una salud inmejorable, ¿merezco esto?
María África Pueyo (Huesca)
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