Los mayores somos peligrosos para la DGT

Desde hace unos meses, los mayores españoles, que formamos parte con mucho orgullo de una generación nueva y activa, anacrónica y obsoletamente llamada tercera edad, con más de nueve millones de personas con pleno derecho a opinar y a votar, parece que somos el epicentro de todas las reformas que pretende hacer la Dirección General de Tráfico (DGT). Primero, anunciando una impresentable, humillante y edadista nueva señal de tráfico para advertir de la proximidad de ancianos, viejos o abuelos, como suelen referirse a nosotros.

Y ahora, en un intento de corregir el por todos lamentado y triste aumento de la siniestralidad el pasado año pone la mirada en los resignados y silenciosos mayores de 65 años, poniendo toda clase de trabas y revisiones para obtener o renovar el carnet de conducir, dando a entender que somos más o menos peligrosos.

Humildemente, invito al señor director de la DGT y a sus respetables colaboradores a que recaben información de las aseguradoras, que se publiquen los porcentajes de conducción bajo efecto de las drogas y el alcohol o usando el móvil. Y los casos de conducción temeraria acompañadas de autograbación y difusión en las redes sociales.

Revisiones médicas psicofísicas sí, edadismo, estigmatización o selección adversa, no.

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