Cartas a la directora

Las dificultades que debemos soportar y superar los mayores

Julio Méndez Menéndez de Llano

Miércoles 2 de octubre de 2024

10 minutos

Las dificultades que debemos soportar y superar los mayores
Julio Méndez Menéndez de Llano

Miércoles 2 de octubre de 2024

10 minutos

cintillo cartas a la directora

 

Todas mis opiniones son consecuencia de estar en las calles, en los pueblos, de escuchar a la gente, de conversaciones, de preguntar las cosas que inquietan… Las teorías las exponen otros, con mayor o menor acierto. Hay que escuchar a las personas afectadas. Ahí está la verdad

No es mi intención escribir un aplauso a nadie, ni un ataque indiscriminado, sino sacar a relucir un buen número de dificultades que hemos de soportar y superar, si podemos, las personas mayores.

Alguien me va a decir que soy pesado, que siempre estoy con un foco fijo o que tengo obsesión con la situación de las personas mayores. Pues tiene razón, es cierto.

Hay demasiados problemas para un sector muy importante de la sociedad actual, para los que estamos en la parte superior de la pirámide invertida de población.

Aunque se intente esconder, silenciar o mirar hacia otro lado, somos un estorbo, molesta nuestra presencia en muchas actividades sociales. Somos una carga, dicen.

Creo que no cabe ninguna duda en cuanto a nuestra aportación, de forma muy importante, a sacar a España de la miseria de la posguerra, con el trabajo, aquí o en Alemania, Suiza, Francia... ahorrando y enviando el dinero a las cajas de ahorro de nuestros pueblos.

Pensiones

Con las cotizaciones durante años y años, muchos. Y ahora, jubilados, seguimos pagando IRPF y todos los impuestos restantes, y ayudamos a hijos y nietos a salir adelante. Y soportamos que aquellos temas que nos afectan, los discutan y resuelvan personas que desconocen lo que se siente y se piensa cuando uno es mayor. En muchas instituciones.

Una vez más, voy a poner el mismo ejemplo: lo que se decide en el llamado Pacto de Toledo, relativo a las pensiones, lo resuelven dos sindicalistas (que seguramente tienen mucha experiencia en trabajar por cuenta ajena), un representante de los empresarios y representantes del Gobierno. Jubilados no, pobriños, qué sabrán ellos...

No hace muchos días, el 23 de septiembre, el periódico 65YMÁS publicaba que el economista Javier Díaz-Jiménez decía cosas como éstas: el sistema público de pensiones se enfrenta a "retos cruciales" y "ajustes forzosos". Futuro: menores pagos de pensiones, mayores cotizaciones a la Seguridad Social, o detrayendo fondos de la educación, de la sanidad o la asistencia social. Planes de inversiones privados.

Pues mire usted, yo tengo otra visión de las cosas. No soy economista ni nada que se le parezca, simplemente un jubilado.

El sistema público de pensiones tendrá que hacer ajustes como los viene haciendo desde su creación. Hay que adaptarse a los tiempos y a las circunstancias de cada momento. Eso no significa que los pagos de las pensiones hayan de ser menores, tendrán que ser, como ahora, los correspondientes a las cotizaciones, que habrán de irse incrementando, lo mismo que hasta el momento actual. Y no es necesario detraer nada de ningún sitio, solo se necesita despilfarrar menos: 'adelgazar' las Administraciones o agencias de empleo para los 'míos', cerrar los miles de chiringuitos, sin funciones, o con ellas duplicadas, que se llevan de los Presupuestos Generales miles de millones de euros, eliminar las enormes subvenciones que se conceden en España para cosas absurdas, reducir el número de políticos en todos los niveles (local, provincial, autonómico, nacional). O que la Seguriad Social no pague gastos indebidos, muchos, entre ellos las pensiones no contributivas. Y muchas cosas más…

¿Y los planes de inversiones privados, que los haga quien pueda? No se puede plantear eso cuando las familias están pasando por momentos muy difíciles, los jóvenes no encuentran trabajo, tampoco pueden pensar en comprar o alquilar una vivienda, cuando los mayores de 50 años ya no tienen futuro laboral, cuando la clase media lleva mucho camino recorrido hacia abajo…

Banca

Nuestra reivindicación permanente con la banca. A los jubilados se nos exige tener una cuenta bancaria para poder cobrar nuestra pensión. Pero también para pagar los impuestos, la luz, el agua, el seguro… O sea, las Administraciones y otras entidades nos exigen. Y la banca lo sabe.

No hace muchos años, estábamos tranquilos con las cajas de ahorro, que funcionaban muy bien y estaban en todos los sitios, también en las pequeñas poblaciones. Hasta había una pública, la Caja Postal de Ahorros. Pero, poco a poco, fueron metiéndose en sus consejos de administración diversos representantes de instituciones y organizaciones, y ahí comenzó su deterioro.  Llegó un momento que le movieron los cimientos a esas cajas y con argumentos diversos, algunos pintorescos, fueron pasando a las manos de la banca privada. Y se acabó. De aquellos polvos vienen estos lodos.

Ahora tienes tu relación con una entidad bancaria privada, que impone condiciones, cierra oficinas, cierra cajeros, reduce personal, te empuja a que no utilices las ventanillas (o te cobran por ello). Y si hablamos de las zonas rurales, donde miles de ciudadanos, jubilados, han de movilizarse kilómetros para cualquier necesidad de operar en el banco.

Está claro que el interés económico de la entidad, está muy por encima del servicio que, en teoría, se debería prestar a los “clientes obligatorios”.

Una curiosidad, muchos bancos sacaron los cajeros de sus instalaciones, los pusieron en las calles. Supongo que tendrán poderosos motivos, pero ¿si a mí me roban en uno de esos cajeros, el banco que va a decir? Me robaron en la calle, el banco nada puede hacer. Por ejemplo.

Aunque hace un par de años llegaron a un compromiso para poner en práctica una especie de decálogo para atender a las personas mayores, su cumplimiento duró dos o tres meses. Y siguen vendiéndonos humo.

Sanidad pública

Y, ¿que podemos decir de la sanidad pública?

Ciertamente, los recursos de la sanidad son mucho menores que nuestras demandas de atención. Y claro, con eso de la sanidad universal, las cosas se complican para todos, para los gestores y profesionales y para los usuarios.

Pero, al margen de ello, hay muchos matices. Días de espera para una consulta con tu médico de atención primaria. Más días de espera para que te atienda un especialista. Muchos más días de espera si tienes que hacerte pruebas o pasar por un quirófano. Y el que espera, desespera. Y más, quienes somos mayores.

Generalmente los profesionales de la sanidad cumplen sobradamente con su trabajo. Si, ya se que hay excepciones. Quienes dirigen o gestionan la sanidad pública, ya es otra cosa. Cuando alguien está puesto “a dedo” ha de atender las “sugerencias” de la “mano colocadora”. Y ahí ya intervienen factores diferentes.

Y cuando te enteras que los laboratorios no testan con personas mayores sus productos, te sientes como un objeto que no tiene demasiado valor, estás en la decadencia del sistema.

Accesibilidad

Hay que reconocer que en las poblaciones, se ha hecho mucho y se sigue haciendo bastante en mejorar la accesibilidad, tanto para las personas con dificultades para caminar como para quienes han de utilizar sillas de ruedas, andadores, etc. Todavía falta.. Es bueno que se haga todo lo posible para facilitar que se pueda llegar a donde sea posible. Ya sabemos que hay lugares que no va a ser posible acceder.

En este capítulo hay que referirse al transporte público. La reserva de asiento para personas de edad o con dificultades para caminar están señalizadas. Pero siguen existiendo inconvenientes, casi siempre absurdos. Hay personas que no respetan esos asientos reservados. A menudo vemos a jóvenes enfrascados en su teléfono móvil ajenos a lo que ocurre a su alrededor, que no levantan la vista e incluso a personas de mediana edad que no se mueven del asiento o que mantienen en el mismo a su niño, que ya podría ir de pie perfectamente. Todo es cuestión de educación.

El otro absurdo es el de los autobuses urbanos. Muy a menudo no funcionan las rampas del vehículo. Y mucho más a menudo el autobús no llega a la acera en su parada, porque hay alguien que aparcó allí su coche o porque el conductor del bus, por alguna razón, tiene mucha prisa. No es lo mismo bajar o subir a un autobús desde la calzada que desde la acera.

Viajes del Imserso

¿Y los viajes que se ofrecen a los mayores? Sobre los del Imserso, leo y escucho muchas quejas. Cuando se van a abrir los plazos para solicitar participar en esos viajes se encuentran situaciones sorprendentes. Se acaparan, por alguien, los viajes. A quien se descuida 24 horas ya no tiene opciones. Hay quien viaja cuatro o cinco veces al año y quien no es capaz de que se le conceda ni un viaje.

Como la distribución de plazas, se hace por comunidades autónomas, resulta con frecuencia de que las primeras son las más beneficiadas. Aunque en teoría cada comunidad tiene sus plazas reservadas, ya hay fórmulas para rodear esa circunstancia. Y quien no se lo crea, que pregunte en las agencias de viajes…

Parece que el Imserso va a tener que dar una vuelta a la organización de esos viajes…

Instituciones y Administraciones Públicas

Aunque sea de pasada, superficialmente, algo hay que decir de las instituciones. ¿Hay preocupación por las personas mayores? Si, pero… Hay una preocupación relativa. Salvo en aquellas que ya esté definida esa atención y se disponga de los medios necesarios, en el resto de cada institución depende más de la persona que esté al frente para que se preste mayor o menor atención a los mayores. 

Y mucho más se nota cuanto más cercana es la institución. Los ayuntamientos son los más cercanos y los que pueden facilitar la vida diaria de los mayores. Ahí es donde hay que presionar para que se mejore la atención.

A otras instituciones deberíamos exigir otras cosas: centros de día, residencias públicas, medios para la lucha contra la soledad no deseada, etc.

Los mayores necesitamos atenciones especiales, por nosotros y por las personas que nos cuidan. Esos centros de día, públicos, como las residencias, esenciales. Y cuidadores. 

Y si nos referimos a la soledad no deseada, es difícilmente entendible lo que supone sentirse en esa situación. Es un maltrato, claramente. Y no vale culpar a unos u a otros, se trata de resolver en lo posible que ninguna persona tenga que sentirse como un objeto sin valor que a nadie interesa.

Y con situaciones mucho más complicadas en el mundo rural: cuanto más pequeño el núcleo de población, mayor es la soledad.

En definitiva, sobre todos estos aspectos hay un abrumador silencio y un mirar hacia otro lado. Lo grave es que los mayores, en su inmensa mayoría, ya no tienen, ya no tenemos ganas ni fuerza para luchar. Somos conscientes de nuestra situación, de lo que nos rodea, de que ya la sociedad nos va evitando, de que lo que nos quede de vida hemos de afrontar todo eso y tratar de llevarlo lo mejor posible.

Y, mientras tanto, las plataformas y las asociaciones de mayores, locales, provinciales, autonómicas, nacionales… en busca de sus objetivos, que pueden ser parecidos, viviendo en muchos casos de subvenciones de dinero público, y tratando de mantener su hegemonía.  

Y algunos responsables políticos con una ancha sonrisa Porque nosotros solitos les estamos facilitando la labor: divide y vencerás.

Es seguro que mis opiniones no van a ser del agrado de unos cuantos colectivos y de otras tantas instituciones, pero eso no tiene importancia, lo que cuenta es decir lo que uno cree que es la verdad.

Y de nuevo reitero lo que creo que necesitamos:

- Un Ministerio de personas mayores

- Una Consejería, en cada comunidad autónoma, de personas mayores.

- Una Concejalía, en cada ayuntamiento, de personas mayores.

- Una banca pública. ¿Es tan complicado crear de nuevo la Caja Postal de Ahorros?

Amén.


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Julio Méndez Menéndez de Llano