Jueves 11 de abril de 2024
2 minutos
Voy a casarme. Durante el noviazgo he transmito a mi futura esposa mi forma de ser, el trabajo que tengo, mis sentimientos y compromisos con ella y el firme propósito de formar una familia. Pero al poco de casarnos ella percibe que nada es cierto. No soy quien dije y aparenté ser. La consecuencia es que se siente engañada y que, de saberlo, no hubiera contraído nupcias conmigo. Pero, afortunadamente, la ley le permite divorciarse y, en cierto modo, enmendar el engaño.
Esta simulada situación extrapolada a la política es la que vivimos con quien hoy nos gobierna. Su negación, antes de las elecciones, a aceptar pactos y acuerdos con determinados partidos y su rechazo a la aprobación de determinadas leyes, se desvanece después de los comicios. Todo se incumple. El problema para el votante burlado es que no podrá divorciarse hasta dentro de cuatro años; y para los demás, que tienen un gobernante que no es de fiar. Grave problema.
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