Domingo 24 de noviembre de 2024
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Estamos viviendo un proceso recurrente en las empresas españolas.
En Catalunya, y con motivo de los hechos acaecidos en octubre 2017, muchas cambiaron su domicilio social a Madrid, Valencia o Baleares. Posteriormente se estableció en Países Bajos uno de los principales operadores globales de infraestructuras, al que siguieron otras empresas de menor tamaño. Recientemente, las eléctricas se han plantado al Gobierno ante el nuevo tributo que les quieren imponer y las inmobiliarias dan pasos para irse allí donde los impuestos sean menos abusivos . Ahora los bancos, ante la amenaza de un gravamen extraordinario, dan por seguro que si compran o se fusionan con entidades extranjeras su domicilio no estará en España.
La presión fiscal está siendo a todos niveles insoportable y para mayor indignación, a aquel empresario ejemplar que genera riqueza, crea miles de puestos de trabajo, paga millonarios impuestos, hace donaciones impresionantes y quiere seguir en su Galicia natal, se le critica y demoniza.
Mal, muy mal vamos.
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