En defensa de los funcionarios

Al hilo de la carta escrita por Yolanda Nieto el 23 de junio, me gustaría ahondar en esta cuestión, ya que veo por los comentarios dirigidos a la misma, los conceptos y enjundias no están muy claros.

En primer lugar, comentar que cuando uno adquiere la condición de funcionario de Estado también asume todos los derechos y deberes recogidos en las bases de la toma de posesión, así como las posibles ventajas y desventajas de ejercer en la función pública.

Nadie habla de los funcionarios cuando les congelan el salario, cuando tardan años en conseguir una plaza en un destino elegido, cuando no pueden cogerse 'paro-vacaciones' pagadas por el SEPE y, sobre todo, cuando la economía privada va viento en popa y hasta el más tonto gana 3.000 pavos. En cambio, cuando la cosa se pone difícil 'ahí fuera', pues entonces vamos a trasquilar al vecino.

Lógicamente hay dos grupos de trabajadores: los funcionarios públicos y los de economía privada, y cada grupo tiene sus propios mecanismos de protección social, también con sus ventajas y desventajas. Lo que el 'pastor Escrivá' ha intentado es mezclar churras con merinas para maquillar sus números... pero no ha colado gracias a que los "Perros Pastores (PP)" han puesto la cuestión en el Constitucional y han tumbado el proyecto de fín de las Clases Pasivas. Lo más sorprendente es que muchos de los funcionarios actuales lo fueron gracias a oposiciones aprobadas por gobiernos socialistas. Que me lo expliquen.

Si en una coyuntura económica como la actual pintan bastos para el sector privado, eso no es justificación para recortar réditos al otro, ya que éstos han sido ganados por pleno derecho y en la mayoría de tiempos y casos, teniendo un poder adquisitivo inferior.

Es como la fábula de la liebre y la tortuga... cada cual que asuma los pros y contras de su vida laboral. A nadie le regalan una plaza de funcionario (y por eso muchos ni lo intentan) y todo esfuerzo merece su recompensa. ¿O también lo vamos a cuestionar?

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