Final de la reforma de las pensiones: sin solución para las actuales realidades laborales
Jueves 2 de febrero de 2023
ACTUALIZADO : Jueves 2 de febrero de 2023 a las 8:15 H
7 minutos
Jueves 2 de febrero de 2023
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Resulta difícil de entender que después de más de dos años de reforma de las pensiones, y estando en tiempo de prórroga a punto de que todo se decida en los penaltis (con los penaltis me refiero metafóricamente a la aprobación mediante decreto ley), aún no se haya puesto sobre la mesa de negociación ninguna propuesta que pretenda dar solución a las personas más desfavorecidas que ahora están cerca de la jubilación y que no podrán incluir sus mejores años cotizados en el periodo de cómputo para calcular la base reguladora de la pensión, actualmente establecido en los últimos 25 años de vida laboral.
Teóricamente la solución a esta realidad, a la que según el Sr. Escrivá pertenecen el 30% del total de personas que ahora están en su ultimo tramo de vida laboral, tendría que haber llegado en el último trimestre de 2022 para cumplir puntualmente con el compromiso con Bruselas de adecuar el periodo de cómputo a las actuales realidades laborales y con la recomendación nº 5 del Pacto de Toledo.
La información que ha habido sobre este asunto ha sido más bien escasa y se podría resumir en las declaraciones hechas por el ministro a inicios de la reforma, en las que afirmó que el sistema actual "no funciona" para estas nuevas realidades porque está pensado para "carreras lineales", donde teóricamente uno va mejorando sus cotizaciones según va cumpliendo años. "Ahora ya no es así y tenemos que hacer un sistema más equitativo y eso lo haremos con los agentes sociales en 2022. En algunos casos, habrá que valorar extender el periodo de cálculo, pero no necesariamente, se podría hacer un sistema para elegir los mejores años cotizados".
Actualmente los objetivos marcados por el Sr. Escrivá han dado un vuelco inesperado de 180 grados y las negociaciones permanecen estancadas en la propuesta presentada a finales del año pasado a los agentes sociales que consiste en una ampliación del periodo de cómputo de 25 a 30 años cotizados que se iniciaría a partir de 2027 y terminaría en 2038 con la posibilidad de descartar los dos peores.
Este periodo de cómputo propuesto por el Gobierno para calcular la base reguladora de la pensión mantendría el mismo criterio actual de contar únicamente los últimos años cotizados y además excluiría de sus limitados efectos a las personas a quienes pretendía favorecer, que no eran otras que el 30% que ahora están al final de su vida laboral con sus peores cotizaciones (desde mi punto de vista el último tramo de una vida laboral comienza a partir de los 55 años de edad. La medida, tal como se ha propuesto y sin que exista nada más que añadir por el momento, precisamente excluye a las personas que actualmente están al final de su vida laboral.
Si realmente lo que se pretendía por parte del Gobierno era encontrar una solución para las personas ahora mayores con carreras irregulares (o actuales realidades laborales, dicho de manera más técnica), únicamente se tenía que haber respetado lo establecido por el Pacto de Toledo, igual que se ha hecho con todas las medidas que se han aprobado en lo que llevamos de reforma de pensiones. En este caso, la reforma tiene que resolver un problema acuciante que repercute en las personas más desfavorecidas al final de su vida laboral y cuya solución ya viene recogida en la recomendación nº 5 del Pacto de Toledo, el cual propone como criterio a emplear para completar el periodo de cómputo la facultad de la elección de los mejores años cotizados de entre toda la vida laboral (tengo que decir que en la mayoría de carreras irregulares lo que existe son años malos y años menos malos y que más bien se trataría de que pudieran elegir los años menos malos para calcular su pensión).
Una solución salomónica para las actuales carreras irregulares cercanas a la jubilación podría haber sido que para ellas el periodo de cómputo sea de 30 años en el caso de que decidan elegir entre toda su vida laboral para conseguir de esta manera una pensión más acorde con su esfuerzo (digo 30 como concesión a la baja para que, por poco que sea, se consiga algo para las realidades actuales y no quede todo en un espejismo). Por otro lado se mantendría para las carreras lineales ascendentes el criterio de emplear los últimos años cotizados para cubrir el cómputo actual hasta alcanzar el que propone el Sr. Escrivá para finales de la década que viene.
Esta solución, que me he de imaginar y proponer de manera ingenua ante el más absoluto silencio reinante por parte del Gobierno y agentes sociales que no hace presagiar nada bueno, respetaría lo acordado en el Pacto de Toledo, cumpliría con los planteamientos que mantuvo hasta hace bien poco el Sr. Escrivá, no supondría un recorte en las futuras pensiones y no representaría un elevado coste para el sistema, ya que únicamente pretende un sistema de cálculo más justo para las personas más desfavorecidas que tuvieron que levantarse después de un tropiezo, un despido o un revés inesperado. Quiero recalcar que las carreras irregulares actuales no necesariamente se deben a lagunas de cotización como nos hacen creer los sindicatos. Las carreras irregulares también se deben a aceptar peores trabajos después de un despido, ya sea porque eran a jornada parcial, ya sea porque estaban peor pagados, ya sea porque cotizaron por el mínimo como autónomos para poder salir adelante, ya sea porque no encontraron otra cosa o ya sea porque alternaron cualquiera de estas posibilidades con las cotizaciones que efectúa el subsidio para mayores de 52.
Resulta alarmante que apenas queden días para que se apruebe lo que queda de reforma de las pensiones y que ningún partido político ni sindicato haya querido defender que la solución acuciante para esta dramática realidad ha estado presente desde un primer momento dentro de las recomendaciones del Pacto de Toledo aprobadas en el Parlamento por todos los partidos políticos en 2020. ¿Realmente era necesario que las personas mayores con carreras irregulares tuvieran que presenciar este espectáculo y ver como todas sus esperanzas iban desapareciendo hasta quedar en nada?
Ojalá que me esté equivocando y que al final todo se deba a un problema mío de impaciencia para que pueda compartir y celebrar con las personas ahora más desfavorecidas al final de su vida laboral que realmente existía una solución para ellas y que podrán incluir en el cálculo de su pensión todos los años que no fueron tan malos y de los que se sienten más orgullosos.
Una vez más terminaré con dos ejemplos bien conocidos por mí. Pero antes me gustaría recordar que la reforma de pensiones que se está llevando a cabo en Francia en ningún momento ha puesto en tela de juicio algo tan obvio y justo como que las pensiones se sigan calculando en este país vecino empleando los mejores 25 años de entre toda la vida laboral, criterio que les honra y que representa fielmente sus principios de igualdad y fraternidad.
Y estos son los ejemplos:
Una persona que ahora tiene cerca de 60 años que perdió su mejor trabajo a los 40 años de edad y que luego aceptó peores salarios, o se hizo autónoma cotizando por el mínimo para poder salir adelante, se le calculará su pensión sin tener en cuenta sus mejores años cotizados, ya sea con el periodo de cómputo actual o con el que existirá cuando se jubile si se aprueba la ley tal como se ha planteado.
Una persona que ahora tiene cerca de 50 años de edad y que tuvo que reducir su jornada de trabajo a los 35 años de edad por el cuidado de un menor o un mayor porque estaba sola y no contaba con la ayuda de nadie, se le calculará su pensión con sus peores años cotizados, ya sea con el periodo de computo actual o con el que existirá cuando se jubile si se aprueba la ley tal como se ha planteado.
Un saludo a todos los pensionistas actuales y futuros, y gracias a 65YMÁS por ayudar a que todos estemos mejor informados en un asunto tan delicado como es la reforma de las pensiones y que pronto conoceremos su desenlace.
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