Domingo 30 de abril de 2023
3 minutos
Realmente no sé cómo comenzar mi historia. Mi nombre es Marta y tengo 68 años. Honestamente nunca pensé llegar a los límites socioeconómicos en los que hoy me encuentro. Lo peor es que me siento invisible ante una sociedad que corre sin frenos.
Estoy en la calle. Sí, ese es mi perfil de hoy: golpeando puertas sin parar para no llegar a estos extremos de angustia y desesperación. Sin suerte.
Por vergüenza, nunca me animé a escribir antes. Pero agradezco vuestro buen hacer y que ayudéis a tantas personas. Leer esta otra carta sobre la importancia de pedir ayuda psicológica me animó a escribir.
Tengo una discapacidad del 43% junto a otras patologías. La peor es este glaucoma que me diagnosticaron hace cinco meses. No puedo escribir mucho, además lo hago desde el móvil.
Estoy sola, luchando para salir adelante como siempre he hecho desde los 16 años trabajando como autónoma.
A través de Cruz Roja tengo apoyo psicológico con un gran profesional, que agradezco inmensamente. También el aporte, en mis situaciones de verdadera angustia, de los psicólogos del teléfono 024, la línea de atención a la conducta suicida. Gran equipo humano y profesional. Cáritas no me pueden ayudar, dicen estar desbordados.
No sé bien hoy que pasara en mi futuro próximo. Solo quiero transmitir que la ayuda psicológica nos aporta salir de nuestro rumiar y bucle mental para seguir con fe en un presente sin respuestas ni empatía social donde mucha gente mira para otro lado y muy poquitos nos tienden su mano un ratito a los que estamos ahogados en dolor.
Muchísimas gracias por leer este humilde texto. De corazón a corazón. Hasta cada día.
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