Medalla al vilipendio

Después de que la ansiedad provocara la retirada temporal de la gimnasta Simone Biles de los Juegos Olímpicos de Tokio, el número uno del tenis mundial, Novak Djokovic, se atrevió a dar lecciones diciendo que los buenos deportistas han de saber gestionar la presión mental que provoca la alta competición.

Pero tras ser eliminado por el español Pablo Carreño, demostró no saber gestionar lo que él exigía para otros, no tener la educación que debiera ni el respeto que se merecen los contrincantes, el público y sus compañeros de equipo. Y es que, tras perder el partido, lanzó su raqueta al público, rompió otra y, por último, abandonó a su pareja de juego en el posterior partido de dobles mixtos.

En el deporte, dar ejemplo es fundamental, y este gran tenista, pero pésimo deportista, está lejos de ser un modelo que seguir. En Tokio se ganó la medalla al vilipendio.

Sobre el autor: Josep Pagès Martí (Barcelona 1945). Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona y miembro del Instituto de Analistas Financieros de España. Presidente de Prisma Asset Management, sociedad especializada en la gestión de fondos de inversión, fondos de pensiones y SICAV en Luxemburgo.

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