El largo y tortuoso camino hacia la jubilación
Viernes 13 de enero de 2023
ACTUALIZADO : Viernes 13 de enero de 2023 a las 15:06 H
3 minutos
Viernes 13 de enero de 2023
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Dicen que la vida es caer y levantarse. También dicen que trata de enseñarnos todo aquello que no aparece en los libros. Pero el mundo de hoy hace que muchas de esas asignaturas para las que uno no necesita matricularse sean más difíciles de superar a cada minuto que pasa.
También en este mundo moderno somos testigos de una inevitable mezcla de alegrías y fatalidades, como si la bola de la suerte al salir del bombo decidiese quiénes son los vencedores y quiénes los vencidos. El azar me había elegido a mí para formar parte de estos últimos.
Como muchas otras compañías, y al amparo de aquella reforma laboral, la empresa en la que había trabajado durante treinta años había decidido llevar a cabo una limpieza de fondos.
Ser un desempleado sénior, como sigue siendo a día de hoy, era una dificultad añadida para encontrar un nuevo empleo: mayor para trabajar, pero no para jubilarse. Por si el deprimente escenario que me engullía no fuese suficiente, aquellas personas, cercanas muchas de ellas, que otrora se beneficiaban de mis atenciones y favores se las había tragado la tierra o se ponían de perfil.
Me sobran los dedos de una mano para enumerar los que, por el contrario, me mostraron su apoyo e incluso me dedicaron gran parte de su tiempo para ayudarme. Estas personas deberían ser inmortales.
Camina o revienta, era la disyuntiva que latía en mi cabeza. Quienes me conocen saben que no arrojo la toalla fácilmente, a pesar del desaliento que me producía el hecho de ser descartado una y otra vez, incluso para puestos de trabajo en los que alcanzaba el nivel de cualificación.
Algún tiempo después, y tras realizar diferentes cursos de formación, la suerte y la perseverancia hicieron posible mi reincorporación al mercado laboral, aunque solamente durante un periodo de tiempo razonable, dadas las circunstancias. No era un jardín de rosas, pero lo había conseguido. Por mis propios méritos, no le debía nada a nadie.
Casi dos años después, el regreso a la cola del desempleo me devolvió al punto de partida, con la particularidad de que la jubilación ya no estaba tan lejos como entonces: comenzaba a verse algo de luz al final del túnel.
Pero el sistema no lo pone fácil. Antes de poder solicitar la pensión, aún he tenido que recorrer un largo y tortuoso camino antes de poder acceder a una modalidad de jubilación anticipada involuntaria.
Es abusivo y propio de sistemas mezquinos que, a pesar de una larga carrera de cotización y después de haber sido expulsado del mercado laboral por causas ajenas al trabajador, la Seguridad Social aplique coeficientes reductores en estas pensiones.
Si hasta ahora he sido claramente discriminado por edad, ¿de verdad creen que me van ahora a ofrecer trabajo cuando ya soy sexagenario? ¿Cuál es la razón para seguir prolongando el sufrimiento de los que somos los damnificados de la reforma laboral?
Esperemos que las instituciones de la Unión Europea se pronuncien al respecto, y los jubilados anticipados involuntarios dejen de sufrir la discriminación.
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