Sábado 3 de agosto de 2024
4 minutos
Manos morenas, manos fuertes,
de canela, repletas de experiencia.
Cansadas, temblorosas,
guardan secretos de amores.
Aún inquietas, aún dispuestas
a hacer y ayudar,
a traer al mundo
a quien quiera llegar.
Dispuestas a frotar y calentar,
a custodiar,
a reparar con sabiduría
y sujetar.
Manos que piensan
manos que cuentan,
historias de verdad.
Manos que hablan del hambre
abundancia y precariedad.
Que no mienten y retienen
recuerdos de Navidad.
Sinceras, auténticas,
sin trampa ni cartón,
con historia, lealtad y razón.
Curtidas de guerra y paz
de risas y lamentos;
manos de abuelos mecánicos,
de estudiantes y profesores
de camioneros y abogados
escritoras y mentores,
médicos, actrices,
de operarias y ladrones.
Manos de abuelas, incansables,
con huellas de lesiones,
de enfermedades
de abrazos y emociones.
En reposo descansan
se miran y admiran,
crean, sugieren y confían.
Manos de abuelas y abuelos
que nos enseñaron
nos guiaron,
nos quisieron.
Sabias, temblorosas
sin miedo,
gastadas, manos morenas.
La nieta y el nieto buscan el calor
el calor de sus consejos
de sus abrazos,
de su amor.
Manos labradoras de la tierra
forjadoras del hogar
responsables del sol a la luna,
preocupadas y vigilantes,
dispuestas a ayudar sin pago.
Sin dudar, sin descansar.
Sin queja, sin lamento
con agrado y sinceridad
con deseo de dar aliento,
más allá de la edad.
Manos de nuestros abuelos
que no se olvidan.
En nuestra mente quedan
en imágenes en movimiento
para la eternidad.
Que siempre recordaremos,
imagen presente
manos trabajadoras de
abuelas y abuelos.
Manos con memoria
que recuerdan
como robot con precisión,
el hacer y proceder
de su quehacer.
Reflejan como sinopsis
el resumen de sus vidas,
valiosas, salvadoras
auténticas manos morenas.
Manos del frío
de la piel gruesa,
del barro, harina y fuego,
de la firmeza.
Saben del sol, del sudor,
que curan con amor.
Forjaron caminos
alzaron las siembras
de la luna al sol
del sol a la luna,
de sol a sol.
Ahora enseñan a ser,
de bondad rociadas,
de ternura
y razón de aprender.
Manos que frotan, calientan
y sanan,
custodian con amor y paciencia,
sabias manos, fuente de
experiencia,
al pasar los años, nos aman.
Abuelas y abuelos, guías fieles,
en sus manos la sabiduría está
con amor, con paciencia, sin falta,
forjaron senderos, crearon la miel.
Fuertes y temblorosas, redentoras
guardan secretos, llenos de calor,
manos que sanan almas pecadoras.
Del hambre y la abundancia
nos contaron,
sus huellas al frotar
nos enseñaron, nos repararon,
manos al cultivar,
los sueños de la vida
harán brotar.
Manos morenas
en el cielo están,
manos trabajadoras
descansando sin dolor
sin miedo, con amor.
Poema del poemario 'No me cuentes tu vida, cuéntame tu poesía', publicado recientemente en Amazon.
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