Mi madre de 78 años va a dormir en la calle y a nadie le importa
Jueves 13 de abril de 2023
3 minutos
Jueves 13 de abril de 2023
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A mi familia y a mí nos están desahuciando de nuestra casa de toda la vida porque el titular del contrato, mi padre, sufrió un infarto cerebral y se vio obligado a irse a una residencia de mayores. Ya no puede moverse, hablar ni comer, siendo alimentado por sonda.
Dado que mi madre no figura en el contrato, a pesar de que ya había una unidad familiar en el momento de la firma, la respuesta de la inmobiliaria ha sido brutal, terrible, inhumana: los “ignorados ocupantes” deben abandonar la vivienda. Tras casi cien años en la casa, sin deber ningún dinero, sin crear un solo problema, estos seres sin moral, que en ningún momento se han interesado por nuestra situación, sin preguntar cómo quedamos, si podremos salir adelante, nos sacan a patadas de la casa diciendo que “no ha quedado más remedio”.
En esta casa de la que estos sujetos llenos de maldad nos quieren echar he pasado toda mi vida. Allí crecí. Allí vi morir a mi hermano cuando se tiró por la ventana, víctima de las drogas. Allí pensé que podría pasar los próximos años con alguna tranquilidad. La inmobiliaria tiene otros planes. Con un capital de tres millones en el banco, no les parece suficiente. Quieren más, y si el precio es destruir la vida de una familia ya muy dañada, se hará. Si hay que poner a ancianos sin recursos a dormir en la calle, adelante. Todo es válido para que el rico sea más rico.
Mi madre cuenta con una pensión mínima y yo con ingresos muy reducidos. A los dos días de cobrar nos quedan 200 euros para pasar el mes, una cantidad muy lejana para pagar un alquiler en otra parte.
He acudido a todas las instituciones posibles y a nadie le importa lo más mínimo que una persona de 78 años se vea condenada a vivir en la calle. La insolidaridad y desapego que he encontrado en la gente me horrorizan. Incluso los servicios sociales nos dijeron que “podían ubicar a mi madre en un albergue con drogadictos”.
No quiero ver a mi madre entre cartones. No lo merece. Ya sufrió lo incontable el ver a mi hermano en su charco de sangre en la calle.
Ni una sola institución benéfica, ni un famoso con recursos de los que he escrito nos ha ayudado. Nadie nos facilita el acceso a una vivienda. La calle nos espera. La sociedad lo permite.
Que dios los perdone, porque yo no lo haré.
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