Servicio militar y jubilación: una de las mayores injusticias sociales

Una de las mayores injusticias sociales a la hora de la jubilación es, a mi juicio, el nulo reconocimiento de los diferentes gobiernos al servicio militar que en su día prestamos, de forma obligatoria, y que supuso entregar más de un año de nuestras vidas para contribuir a la seguridad de nuestra patria.

Hay que recordar que a cambio no percibimos ningún tipo de salario (3 euros al mes no se puede considerar salario), supuso un paréntesis en nuestras cotizaciones a la Seguridad Social, y se nos privó de nuestra libertad, estando sometidos a los diferentes Reglamentos de Régimen Interno de los cuarteles y otras normas militares.

Aceptamos con orgullo nuestro cometido y asumimos con valentía nuestras obligaciones (en mi caso 3 ascensos y un Diploma), poniendo incluso en juego nuestras vidas (en tiempo de numerosos atentados, fui escolta de Jefes militares, uno de ellos vilmente asesinado por ETA años más tarde).

Con la satisfacción del deber cumplido, volvimos a casa contentos y felices, y cuando próximos a la jubilación consultas la vida laboral, observas con incredulidad y estupor que tienes un periodo de tu vida en blanco, como si jamás hubiera existido, y es cuando te arrepientes, –por la omisión de nuestros gobernantes, esos de los que cada vez estamos más desencantados– de todo el corazón que pusiste para cumplir tus obligaciones, esas que todavía te deben, y que quizá nunca te paguen.

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