La Navidad no aporta una especial felicidad a mi vida
Martes 17 de diciembre de 2019
ACTUALIZADO : Martes 17 de diciembre de 2019 a las 22:32 H
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Martes 17 de diciembre de 2019
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La pasada semana cumplí 88 años y, a mí, la Navidad no aporta una especial felicidad a mi vida. Vivo sola, pero no me siento sola, mis dos hijos vienen y me llaman, no me siento sola aunque lo esté, porque mi marido no está a mi lado.
No espero nada de la Navidad. Mejor dicho sí. Que no llegase, pero como eso no puede ser, deseo que pase pronto. ¿Qué ilusión puedo tener ya? Antes cuando no faltaba tanta gente sí tenía ilusión, pero ahora no. Haré la cena y estaré con mi hijo mayor. Al día siguiente vendrán a comer mi otro hijo, su mujer y mis nietos. Después iré a la residencia para estar con mi marido, inválido, con 91 años y en el último grado de alzhéimer.
Este año ni siquiera iré a la Misa del Gallo. Siempre iba con mi marido, pero ya no me apetece. Mi hijo mayor me dice que él me acompaña, pero le he dicho que no, porque él no es creyente y yo, la verdad, prefiero quedarme en casa charlando y fumando con él. La médica me dice que lo deje porque sufro EPOC, pero a mis 88 años, ¿para qué? Al final le pediré en casa a Dios lo mismo que le pediría en la misa, que se lleve ya a mi marido y cinco minutos después a mí, para que no se quede nunca solo. Pobrecito.
Lucía García Osuna (Madrid)
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