Sábado 10 de diciembre de 2022
3 minutos
Ahora que se acaba el año llega el momento de hacer balance y plantear lo que nos gustaría que ocurriese en el que va llegar. Ha sido un año difícil, aunque viniendo del anterior, en plena pandemia, no lo pareciese tanto. La guerra en Ucrania nos ha devuelto el pesimismo porque cuando pintaban buenas perspectivas con la llegada de los fondos europeos, nuevamente otra crisis de este sistema tan loado como es el capitalismo lleva a millones de familias a pasarlo muy mal.
Luego en este país tenemos la “mala suerte” de contar con una oposición política de la derecha –la ultra no se la espera– que si no gobierna no apoya. No lo hicieron para paliar la bajada de producción con los ERTES, con la reducción de impuestos de la luz, la reforma de las pensiones recuperando el IPC, los veinte céntimos de subvención al combustible, la subida extra del 15% a las no contributivas, limitación de alquileres o desahucios, la excepción ibérica para la energía y así unas cuantas más que trataban de reducir los graves daños que producen en los hogares y las empresas la actual coyuntura internacional.
Lo cierto es que los datos económicos no les dan la razón, por mucho que se empeñen, pues a pesar de todas las plagas que anunciaron, tenemos la inflación más baja de los países de la eurozona y la energía, aunque sigue siendo cara, es inferior a los países que nos rodean. Por eso, sacan la cabeza retorciendo temas políticos como “el sí es sí” o la eliminación de los delitos de sedición. Se rompe España, dicen, pero lo que de verdad importa es la Constitución que defiende el bienestar familiar para llegar a fin de mes y que el empleo sea de calidad, no de precariedad.
Este Gobierno, si aguanta hasta las elecciones de diciembre, debe seguir apostando por mejorar las condiciones de vida de la gente, eso que llama el presidente la clase media-baja, aunque la media no sabemos hasta dónde llega. Existen miles de hogares en el umbral de la pobreza que necesitan poder acceder al ingreso mínimo vital sin tanta burocracia, llenar la cesta de la compra con productos sanos sin vaciarse los bolsillos a medio mes, tener un plato de comida a diario para sus hijos y nietos, calentarse este invierno sin mirar para la calle con envidia al ver tanta bombilla, ser atendidos por su médico sin esperar meses a ser afortunado, dar empleo a los chavales para que no tiren de la “paguilla” de los abuelos con una pensión escasa.
Ese es el país que necesitamos, el de la mayoría que no vive de sus apellidos ilustres ni rentas de patrimonio obteniendo además subvenciones a pesar de no pagar al fisco. Millones de personas viven del salario mínimo y las pensiones con complementos, por eso hace mucha falta subirlo/subirlas aunque no les parezca bien al jefe de los patronos o al gobernador de la banca. Y un aviso para esa izquierda que le encanta enredarse como una madeja de lana: “mirar más pal tendido y menos pal ombligo”.
José María Gómez Claro es secretario general de Pensionistas CCOO Asturias.
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