Cartas a la directora

Reforma de las pensiones: las actuales realidades laborales, entre la espada y la pared

Fernando Marín

Martes 7 de febrero de 2023

8 minutos

Reforma de las pensiones: las actuales realidades laborales, entre la espada y la pared
Fernando Marín

Martes 7 de febrero de 2023

8 minutos

Cartas al director (cintillo)

 

Difícil va a ser que Gobierno y agentes sociales lleguen a un acuerdo que consiga un sistema de cálculo de las pensiones más justo para las carreras irregulares actuales si ambas partes no ceden lo más mínimo en sus objetivos principales.

Por otro lado sí que existe la posibilidad de que se alcance un acuerdo que deje de lado a las personas que actualmente no llegan con sus mejores cotizaciones al momento de su jubilación (un 30 % del total, según el Sr. Escrivá) y que por lo tanto no cumpla con los compromisos y recomendaciones existentes.

De momento, la única propuesta que está sobre la mesa de negociaciones parece ir por este camino y es la presentada por el Gobierno en diciembre del año pasado que consiste en una ampliación del periodo de cómputo de 25 a 30 años cotizados, que se iniciaría a partir de 2027 y terminaría en 2038, con la posibilidad de descartar los dos peores. Esta claro que esta propuesta, sin nada más que añadir, excluye a las personas más desfavorecidas que actualmente no presentan sus mejores cotizaciones en su último tramo de vida laboral y que, para mayor desconcierto de ellas, el Sr. Escrivá ha utilizado como referencia durante estos dos últimos años para sacar adelante la última parte de la reforma de las pensiones.

A los sindicatos no les ha parecido disgustar excesivamente esta propuesta por su poco calado y lejanía y ya han afirmado que le darán su visto bueno con la única condición de que se demuestre que posteriormente va a haber una mayoría parlamentaria que la apruebe en el Congreso, independientemente de cómo esté formada esta mayoría.

Ante este panorama poco alentador para las personas que actualmente no llegan en su mejor momento a la jubilación, la única esperanza que les queda es que para conseguir esta mayoría parlamentaria el Gobierno no tenga más opción que cumplir con la recomendación nº 5 del Pacto de Toledo, que propone como solución para las personas que pertenecen a las actuales realidades del mercado laboral la facultad de que puedan elegir de entre toda su vida laboral los años que suman el periodo de cálculo de la pensión.

Las realidades más desfavorecidas por el actual sistema de cálculo han llegado en el momento equivocado a la mesa de negociaciones y se encuentran entre la espada y la pared, ya que por un lado el Sr. Escrivá tiene como objetivo principal para esta segunda parte de la reforma conseguir un sistema de pensiones más sostenible y, por otro lado, los sindicatos no van a claudicar en sus viejos postulados de que los últimos años cotizados siempre son los mejores para calcular la pensión y que cuantos menos sean mejor.

Una solución obvia para que todo el mundo pudiera incluir sus mejores años cotizados en el cálculo de su pensión sería que la pensión se calculara de verdad con los mejores años cotizados, tal como propone el Pacto de Toledo, y que no se diera por hecho que son los últimos. Decir que el periodo de computo ha de ser el último tramo de vida laboral porque la mayoría de personas tiene carreras lineales ascendentes es lo mismo que decir que las personas que tienen carreras irregulares tendrán que resignarse a sufrir innecesariamente un cálculo injusto de su pensión (un ordenador no necesita emplear criterios exclusivos para organizar de más a menos las cotizaciones que tuvo una persona a lo largo de su vida labora y lo hace con solo darle a una tecla).

El problema de elegir los mejores años es que el gasto en pensiones se elevaría, debido a que las carreras lineales ascendentes dejarían de tener la exclusividad en incluir todos los mejores años cotizados en el cálculo de su pensión y pasaría a ser un derecho para todas las personas, con lo cual, y por lo que he podido leer, el sistema podría llegar a ser insostenible si esta medida no se acompaña de una ampliación del numero de años que suman el periodo de cómputo.

Los sindicatos tienen como objetivo principal defender a los sectores profesionales más organizados que, además de ser los más influyentes, suelen culminar con éxito sus vidas profesionales sin que apenas les afecten las turbulencias que existen en la economía mundial. A estos sectores es evidente que no les conviene que se aumente el periodo de cómputo, aunque sea para luego poder elegir los años de entre toda su vida laboral, porque resulta que, salvo raras excepciones, sus últimos años cotizados siempre son los mejores y ya los traen perfectamente ordenados de más a menos.

Por otro lado, las personas con carreras irregulares no suelen estar organizadas porque andan más justas económicamente y siguen intentando remontar o porque en su momento quedaron bastante desengañadas por el duro golpe que tuvieron que sufrir. Para los sindicatos parece ser que es un mal menor que estas personas tengan que sufrir hasta el resto de sus días las repercusiones de haber perdido su mejor trabajo tempranamente para luego trabajar en lo que pudieron con tal de que los sectores más organizados sigan siendo los más beneficiados.

La posición del Gobierno en este asunto es un poco más complicada porque se supone que no tiene que hacer ningún tipo de distinción entre personas, pero ante la tesitura de tener que elegir entre enfrentarse a los sindicatos en época de elecciones o a la desorganización, desinformación y resignación de las personas más desfavorecidas, está claro que la opción menos conflictiva es dejar las cosas tal como están hasta que pasen unos añitos y luego hacer lo mínimo necesario para salir del apuro cuando ya haya pasado este revuelo.

Las carreras irregulares actuales corren el peligro de que Gobierno y sindicatos finalmente se den la mano y den por buena la única propuesta existente. Con este acuerdo de mínimos, el Gobierno evitaría posibles conflictos y reduciría mínimamente el gasto en pensiones a costa de no dar solución a las actuales realidades laborales y a ampliar el periodo cómputo tres años más dentro de 15 años. Por otro lado, los sindicatos alejarían los limitados efectos de esta ampliación de sus afiliados más veteranos en activo (laboralmente me refiero) y mantendrían el criterio exclusivo actual de contar únicamente los últimos años cotizados para el cálculo de la pensión.

Yo espero equivocarme en todas mis desconfiadas reflexiones y que al final se imponga el espíritu democrático con el que se creó el Pacto de Toledo y que la mayoría parlamentaria que necesita el Gobierno se consiga respetando la recomendación nº 5 aprobada también por esta mayoría cumpliendo con las reglas de nuestra democracia.

Por muy ingenuo que parezca quiero aportar de nuevo mi particular propuesta para dar solución a la dramática realidad con la que ahora llegan miles de personas al final de su vida laboral respetando en lo posible la recomendación nº 5 del Pacto de Toledo y siendo consciente de que esta recomendación resulta algo molesta para los objetivos de sostenibilidad que debe cumplir el Sr. Escrivá e indiferente para los sindicatos porque las carreras lineales organizadas no la necesitan.

Mi propuesta es que el periodo de cómputo sea directamente de 30 años para aquellas personas que ahora decidan elegirlos de entre toda su vida laboral para que su pensión refleje con mayor aproximación el esfuerzo realizado (yo evidentemente preferiría elegir 25 como hacen en Francia, o como hacen las carreras lineales ascendentes en España). Por otro lado, se mantendría para las carreras lineales ascendentes el criterio de emplear los últimos años cotizados para cubrir el periodo de cómputo actual hasta alcanzar, muy progresivamente y a partir del 2027, el periodo de cómputo propuesto para finales de la década que viene por el Sr. Escrivá (en realidad bastaría con que las personas que lo necesiten ahora pudieran elegir los años del periodo de cómputo para cumplir con el compromiso con Bruselas, pero me temo que al final será al revés).

Ojalá que al final pueda compartir y celebrar con las personas ahora más desfavorecidas en su último tramo de vida laboral que realmente se estaba trabajando en una solución y que podrán incluir a tiempo en el cálculo de su pensión todos los años que para ellas no fueron tan malos y de los que se sienten más orgullosos.

Una vez más terminaré con dos ejemplos bien conocidos por mí:

Una persona que ahora tiene cerca de 60 años que perdió su mejor trabajo a los 40 años de edad y que luego aceptó peores salarios, o se hizo autónoma cotizando por el mínimo para poder salir adelante, se le calculará su pensión sin tener en cuenta sus mejores años cotizados, ya sea con el periodo de cómputo actual o con el que existirá cuando se jubile si se aprueba la ley tal como se ha planteado.

Una persona que ahora tiene cerca de 50 años de edad y que tuvo que reducir su jornada de trabajo a los 35 años de edad por el cuidado de un menor o un mayor porque estaba sola y no contaba con la ayuda de nadie, se le calculará su pensión con sus peores años cotizados, ya sea con el periodo de cómputo actual o con el que existirá cuando se jubile si se aprueba la ley tal como se ha planteado (en este caso por amplia mayoría se puede afirmar que se tratará de una mujer).

Un saludo a todos los pensionistas actuales y futuros, y gracias a 65YMÁS por ayudar a que todos estemos mejor informados en un asunto tan delicado como es la reforma de las pensiones y del que pronto conoceremos su desenlace.


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