Rompamos la conspiración de silencio sobre la vejez

Ha pasado más de medio siglo desde la publicación del magistral estudio de Simone de Beauvoir La Vejez. Intentaba romper lo que ella llamaba la “conspiración de silencio” que rodea a los viejos, en su gran mayoría condenados a una tristeza que “se fusiona con el aburrimiento consumidor, con su amarga y humillante sensación de inutilidad, y con su soledad en medio de un mundo que no tiene más que indiferencia hacia ellos”. Desnuda la triste verdad de que la vejez “despierta una aversión visceral”. Por supuesto, muchos reconocen que los viejos merecen respeto, pero Beauvoir precisa que “es del interés del adulto tratar al anciano como un ser inferior y convencerlo de su decadencia”. Afirma que muchos hijos adultos hacen todo lo posible para que sus padres “se den cuenta de sus deficiencias y errores para que la persona mayor les entregue sus asuntos, sometiéndole a un papel pasivo”.

Medio siglo después de esta dura visión realista, resulta que la situación ha empeorado, ya que asistimos a un “tsunami gris”, producido, entre otras cosas, por la generación del baby boomer posterior a la Segunda Guerra Mundial, que se ha jubilado en masa, desatando mayor hostilidad. La discriminación por edad está tan profundamente arraigada que incluso pasa desapercibida. Los adultos deben de dejar de hacer trampa y reconocerse en ese anciano que, sin duda ni escapatoria, van a ser.

Empecemos por romper la conspiración de silencio sobre la maltratada vejez. Reconstruyamos radicalmente nuestra relación con los ancianos, reconociéndolos como miembros activos y valiosos. Fomentemos que tomen partido en causas sociales, políticas, intelectuales, en todo tipo de trabajos creativos, que contribuyan a la vida de los demás por medio del amor, la amistad, la compasión y también la indignación.

En España el panorama es bastante aterrador. Hay nada menos que 9,38 millones de mayores de 65 años y su número se incrementa cada año. De esos, viven solos 2.131.000, el 43% del total, siendo las mujeres las más solitarias. Para vergüenza de todos nosotros, durante la pandemia, un total de 7.281 ancianos murieron en las residencias sin atención sanitaria. Deberíamos pedir perdón y hablar claro para reconstruir una relación viciada con los que seremos inevitablemente algún día. Continuará.

Miguel Ormaetxea es un veterano periodista especializado en información económica y tecnológica. Presidente de Ecointeligencia Editorial.

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