Unión: nuestra debilidad

Ahí seguimos. Comienza otro año y las personas mayores estamos todavía en la línea de salida. Contactos, reuniones, promesas, palabras, acuerdos baldíos, esperanza…

Ni las Administraciones, ni la banca, ni las organizaciones de mayores, NADIE, nadie ha llegado a soluciones concretas. Unas porque les es indiferente, otras porque no les interesa y el resto porque están distribuidas en Reinos de Taifas.
 
Por ejemplo, la banca. Continuamos intentando que unas empresas privadas nos concedan unos “privilegios” por ser personas mayores. Y el Gobierno habla con la cúpula de la banca, y llegan a un decálogo de compromisos. Se cumple durante dos meses y se acaba la historia. Son empresas privadas, su objetivo es tener los máximos beneficios económicos posibles. Esa es la realidad.
 
Nuestro objetivo es lo contrario: si se nos obliga a tener una cuenta bancaria para cobrar nuestra pensión y para abonar impuestos y determinadas cuotas o recibos, que nos faciliten una entidad sin ánimo de lucro, o sea una banca pública. Hace unos cuantos años teníamos a nuestra disposición la Caja Postal de Ahorros, en Correos. Hasta que alguien se la “regaló” a Argentaria y después al BBVA.

¿Y qué pasa?, ¿No es posible reconocer errores y volver atrás? o, ¿hay otros motivos que desconocemos?

Diez millones de pensionistas y en aumento… La banca, ni caso. Las Administraciones, ni caso. Seguimos con la brecha digital y los ayuntamientos, las Comunidades Autónomas y la propia Administración Central, a lo suyo. Nos cuentan historias, pero siguen a lo suyo.

Y no digo que las asociaciones de mayores no trabajen, no, digo que es posible que se precise mucha unidad de acción para lograr objetivos. Y eso es de lo que adolecemos.
 
No es cuestión de convencer a los ayuntamientos de tener una oficina para las personas mayores, si no hay imposición legal, no habrá ese departamento, salvo cuatro desperdigados por la geografía nacional.

Si nuestros problemas están en manos de lo que debatan empresarios, sindicalistas, políticos y expertos, sin representaciones directas de los jubilados, estamos en el camino equivocado.

Si se rompe la “caja única” de la Seguridad Social, vamos a sufrir muy serias consecuencias que serán irreversibles. Personalmente, no me fio de las promesas políticas.

Si no presionamos con toda la fuerza posible para resolver las carencias de la sanidad, primaria y especializada, perderemos la batalla.

Y mil problemas más pendientes de solucionar…

Sería conveniente ponerse las “pilas”, escuchar a quienes somos ciudadanos de a pie; hay que escuchar, que a veces nos aislamos de la realidad de la calle… y buscar una unión con mucha fuerza que logre resolver nuestras necesidades. Y eso se puede hacer. Si se quiere, se puede. Eso lo sabemos todos.

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