Vino una ola
Sábado 30 de enero de 2021
ACTUALIZADO : Martes 9 de febrero de 2021 a las 10:55 H
3 minutos
Sábado 30 de enero de 2021
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Los que ya peinan canas, posiblemente se acuerden de aquel dúo de humoristas españoles llamado Los Hermanos Calatrava. Decidí poner como titular de este escrito una de sus canciones humorísticas más conocidas.
Hubiese preferido que el propósito de mi artículo fuese suscitar las risas, pero sintiéndolo mucho, es justamente lo contrario.
Es fácil y gratuito censurar a toro pasado todo aquello que se nos antoje, pero en medio del creciente desasosiego que nos está produciendo este virus a cada paso más destructor, estamos siendo espectadores en primera fila de un cúmulo de desatinos que somos incapaces de comprender.
Sí, es cierto, nos enfrentamos a un enemigo muy poderoso al cual deberíamos tener más respeto del que algunos irresponsables, incívicos e insolidarios ciudadanos demuestran tenerle. Pero dejando a un lado a esta minoría de mentecatos, la sociedad está cumpliendo con las normas y restricciones que se van estableciendo en cada momento.
Más allá de lo acertado o desacertado de las decisiones, es intolerable que nuestros dirigentes tengan el coraje de amoldar sus sermones según les conviene. Ni tan siquiera cuando está en juego la vida y la seguridad de los ciudadanos, tienen la decencia de modificar aquella hoja de ruta que les lleva a sumar votos.
Sirva como ejemplo, una de las últimas intervenciones del presidente de la Xunta de Galicia tras la tercera ola del virus. En ella, afirma que ahora estamos pagando las consecuencias de las reuniones en las fiestas navideñas; es decir, la culpa es de la ciudadanía.
Si las previsiones apuntaban que tras la Navidad padeceríamos la tercera ola debido a las reuniones de familiares y allegados, ¿por qué teniendo potestad para ello, la Xunta no aplicó medidas más restrictivas y así evitar la hecatombe que ahora estamos sufriendo?
Era tan previsible la llegada de esta tercera ola como lo es ahora el hecho de que nuestro presidente de la Xunta de Galicia, acabaría ampliando unas restricciones que llegan con retraso, puesto que cuando debería aplicarlas, optó por quedarse quieto y criticar con dureza al Gobierno, mientras la lista de gallegos fallecidos seguía aumentando.
Se esconda o no se esconda una mano negra tras este virus devastador, es evidente que estamos ante una situación sumamente compleja, en la que la simpleza y arrogancia de algunos de nuestros políticos pudiera retrasar el momento de ganar esta difícil batalla.
Alberto Grela Rey (A Coruña)
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