Miércoles 19 de marzo de 2025
3 minutos
Reflexiones.
Cuesta trabajo reconocerlo, pero es una realidad que a las personas mayores no se nos quiere escuchar.
Para que no haya malos entendidos, diré que no me refiero a las asociaciones de mayores o jubilados, con sus directivas. Esos colectivos sabrán si se les escucha y se atienden sus reivindicaciones.
Hay miles y miles de jubilados, de muy diversas profesiones, ingenieros, médicos, catedráticos, fontaneros, arquitectos, gestores, periodistas, juristas, carpinteros... con muchas experiencias y conocimientos, que no pertenecen a ninguna asociación, por infinidad de razones.
Hay miles y miles de jubilados que prestarían su colaboración, su asesoramiento o que aportarían su experiencia si se les diese la oportunidad de hacerlo.
Hay miles y miles de jubilados en esas condiciones y con el ánimo de colaborar, pero no les dejan... Parece que no interesa a nadie esa colaboración.
Se planteó repetidamente, se llamó a muchas puertas, se trató de que alguien entendiese la oferta, de que se probase, de que se diese alguna oportunidad, una iniciativa y ver los resultados.
Parece que somos una carga social. O eso es lo que parece que intentan decirnos algunas personas e instituciones cuando nos trasladan sus subliminales mensajes, con frases, con consejos...
Nuestra edad, nuestra lentitud, nuestras pensiones, la carga económica, como si no hubiésemos cotizado toda una vida para tener garantizado ese derecho).
Pienso que nos quedamos con el deseo. No se abren las puertas para nosotros. Los dirigentes actuales están en otras cosas, con objetivos distintos.
Nosotros, los mayores, estamos amortizados, somos un porcentaje residual de la población.
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