Miércoles 25 de diciembre de 2024
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Realmente, el fondo o caja de las pensiones no tiene un problema de gasto, sino de ingresos o fuentes de financiación generadas por el propio sistema que doten a esta partida de estabilidad presupuestaria que garantice su futuro.
Publicaciones tóxicas que afloran estos días nos dicen que el 66% acumulado de nuestra deuda pública en los últimos 10 años tiene una sola causa, las pensiones.
La Seguridad Social, quien paga las pensiones, tiene ya un déficit estructural de 48.000 millones a final de año, pero no solo paga pensiones, también pensiones no contributivas, Ingreso Mínimo Vital, indemnizaciones por incapacidad temporal, etc.
Todos los pensionistas tienen derecho, después de muchos años de cotizar ellos y sus empleadores, a recibir una compensación justa y acorde a lo aportado, pero ¿esto será posible con la generación de la época de la explosión demográfica (años 1958-1977) próxima a entrar al sistema?
Y todo en el contexto actual de incremento exponencial de deuda, pobreza general e infantil, desempleo, precariedad laboral, pérdida de poder adquisitivo (con una clase media menguante) presión fiscal, gasto político e inflación.
Sinceramente creo que nuestra economía necesita un revulsivo (que conviva con ese 75% sector servicios) muy importante, adaptar nuestro “modelo productivo”, reforzando áreas tecnológicas e innovadoras destacando la productividad y competitividad que dote a nuestra fuerza laboral de la cualificación adecuada generando un incremento de la masa salarial y por ende aumento de las cotizaciones. Hemos pasado de una economía en gran porcentaje volcada en el sector industrial y energético a una de servicios (del 46% en los años 70 al 75% en el año 2023).
Es injusto e indecente cargar el coste de la reforma de las pensiones a trabajadores y empresarios, minorando la cuantía de presentes y futuras.
No quiero pensar que medidas económicas, cortoplacistas, populistas y confiscatorias nos aboquen a vivir una situación como en Grecia.
Nuestra población, y en especial los pensionistas, no somos merecedores de una situación similar provocada por nuestra clase política, cuando la consideramos una solución y no un problema, como se viene demostrando.
Estamos pasando silenciosamente del Estado de Bienestar al Bienestar del Estado.
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