Un español en Alemania: Covid y el trato a los expatriados
Jueves 10 de diciembre de 2020
4 minutos
Jueves 10 de diciembre de 2020
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La irrupción de la pandemia del Covid-19 ha provocado una crisis económica sin precedentes y ha devuelto a Europa un destacado papel. Pero también ha amplificado varias tendencias de la globalización, como el auge de China y la afirmación del poder de las grandes tecnológicas. Una crisis sin precedentes.
Si hubiese que destacar una cifra, sería la de los 20,5 millones de empleos desaparecidos desde abril a noviembre en Europa. Si en 1929 se vivió una caída del mercado de valores y en el 2008, una crisis financiera, en el 2020, el impacto es exógeno, pero paraliza, de la noche a la mañana, al conjunto de sectores económicos 'físicos'.
Las medidas del confinamiento, que en abril afectaron a la mitad de la humanidad, suponen una conmoción inigualable para una economía mundial que funciona con una producción ajustada, sin reservas, con cadenas de producción divididas. Los aviones, que transportan habitualmente a 4.300 millones de personas al año, se quedan en tierra. El turismo masivo, que representa un 10.5% del PBI mundial, se detiene. Los buques portacontenedores permanecen atracados, y con ellos miles de miembros de tripulación. Transportes y fábricas funcionan a medio gas, los pequeños comercios y restaurantes cierran y los teatros bajan el telón.
La Unión Europea sacó un plan de recuperación de 750.000 millones de euros para paliar la pérdida de empleos y la crisis provocada por la pandemia.
La pandemia de Covid-19 ha precipitado una "pérdida catastrófica" de empleos, unas tasas sin precedentes de desempleo y graves dificultades económicas en las familias inmigrantes que viven de alquiler. Como resultado, la precariedad habitacional y el riesgo de desahucio se multiplicó durante la crisis sanitaria, especialmente entre "inmigrantes y la población de bajos ingresos".
Tras la aprobación del primer estado de alarma y ante la previsión de las repercusiones que iban a tener las restricciones en la economía de las familias, el Gobierno alemán aprobó un decreto ley de medidas urgentes complementarias en el ámbito social y económico para hacer frente al Covid-19. En él se incluía la posibilidad de retrasar el pago del alquiler en el caso de estar en una situación de vulnerabilidad y una ayuda a los inquilinos cuyos arrendadores no permitieran ese retraso al repercutirle directamente a su propia economía.
Yo, Jose Mateos Mariscal, llevo siete años en Alemania y jamás he pedido ayudas. Hasta que llegó la pandemia, y tuve que pedir todas. Me despierto cada mañana sin saber si dormiremos esa noche en la calle. Sin embargo, estas ayudas no parecen haber influido demasiado en la contención de los impagos.
Un estudio revela que los desahucios han provocado 400.000 contagios y 10.000 muertes en Europa. Según una investigación firmada por varias universidades europeas, los desalojos entre marzo y septiembre han provocado hasta 433.700 casos más de coronavirus y 10.700 muertes adicionales en Europa.
Entre las razones de este vínculo la investigación señala que los desalojos dificultan el acceso a la atención médica, obligan a las familias a transitar por espacios "superpoblados" y hacen aún más difíciles "las estrategias de mitigación de la pandemia", como pueden ser el distanciamiento, la higiene o el aislamiento voluntario. Para los autores de este estudio, el fin de las moratorias de desahucios "está asociado con una mayor tasa de infección y muerte por Covid-19". Las desigualdades también se dan con respecto a los hispanos/latinos y la población extranjera, cuyas tasas de infección triplican a las de los blancos alemanes
El estallido de la primera ola del coronavirus disparó los impagos del alquiler entre enero y junio y, ahora, en plena segunda ola de la pandemia, este fenómeno vuelve a repetirse.
La vulnerabilidad de los exiliados
No estamos viviendo, estamos sobreviviendo. La pandemia no ha incrementado los casos de estafa en Alemania , sino que los ha destapado. En plena crisis, los afectados no podemos presentar un contrato de alquiler y, por tanto, no nos beneficiamos de las medidas que ha puesto en marcha el Gobierno para paliar la crisis.
Se han olvidado de la gente vulnerable antes de la pandemia. La pobreza genera muchas veces una gran factura emocional. Siento que soy una máquina. Sin ocupación, dependiendo de otros, y siempre preocupado por si mañana nos desahucian de la casa. Siempre agitado. Nos tratan como números, no como personas. La pandemia ha precipitado el desastre.
Jose Mateos Mariscal (Wuppertal, Alemania)
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