Cartas a la directora

El mal presagio ante el final de la reforma de las pensiones

Fernando Marín

Miércoles 30 de noviembre de 2022

9 minutos

Escrivá: “Es un error pensar que las pensiones de los más jóvenes están en riesgo”
Fernando Marín

Miércoles 30 de noviembre de 2022

9 minutos

Cartas al director (cintillo)

 

Apenas queda un mes para que finalice la segunda parte de la reforma de las pensiones y al igual que en una buena película de suspense no sabremos hasta el último momento como será su desenlace. Habrá que esperar un poco más sin levantarnos del sofá para saber si tendrá el final deseado para el 30% de trabajadores y trabajadoras que no presenta sus mejores cotizaciones al final de su vida laboral o si por el contrario el 70% restante podrá respirar con alivio unos cuantos años más.

Existen ciertas similitudes entre el contexto que estamos viviendo en la actualidad con el que se vivió antes de aprobarse la primera parte de la reforma de las pensiones. En aquel momento un posible bloqueo en las negociaciones también habría perjudicado a las personas que no llegan en su mejor momento al final de su vida laboral. Por suerte, al final hubo consenso y se pudo llegar a unas mejoras mínimas en lo que respecta a los coeficientes reductores que se estaban aplicando a los desempleados que han de jubilarse anticipadamente en la modalidad voluntaria (más bien de manera “irremediable e involuntaria” porque con el subsidio apenas llegan a fin de mes, pero eso ya es otro cantar). 

Actualmente la amenaza de un posible bloqueo vuelve a rondar las negociaciones, pero esta vez sin que haya demasiado margen para la maniobra. Los sindicatos, junto con el apoyo incondicional de los socios minoritarios del Gobierno, se siguen oponiendo a cualquier modificación en el sistema de calculo que perjudique lo más mínimo al 70% de trabajadores que presentan carreras lineales ascendentes y que llegan con sus mejores cotizaciones al final de su vida laboral. Por el contrario, ven con normalidad que el 30% restante siga siendo perjudicado.

Yo me atrevería a decir que esa minoría del 30% a la que se refirió el Sr, Escrivá en su momento pronto será mayoría entre las generaciones más jóvenes que actualmente trabajan en la economía privada, sobre todo en aquellos puestos de trabajo que han demostrado ser más precarios y expuestos a una economía mundial cada vez más inestable y propensa a todo tipo de males recurrentes como las guerras, las crisis, las recesiones y ahora también las pandemias.

Nuestros agentes sociales siguen defendiendo que se emplee un criterio caduco y obsoleto a la hora de seleccionar los años de vida laboral que han de completar el periodo de cómputo con el que se calcula la base reguladora, aun sabiendo de buena mano que hacerlo con los últimos años cotizados siempre ha desfavorecido a aquellas personas que han tenido que levantar otra vez la cabeza después de haber sufrido despidos o tropiezos, haber perdido sus mejores trabajos tempranamente, haber trabajado posteriormente en puestos peor remunerados y no haber podido remontar su vida profesional por mucho que lo han intentado.

Pocos días antes de que se publicara la propuesta del Sr. Escrivá de ampliar a los últimos 30 años de vida laboral el cómputo con la posibilidad de elegir 28 de esos 30, pude leer en uno de los periódicos de mayor tirada, La Vanguardia, que entre los dos socios de Gobierno el punto que complica el acuerdo es la modificación del periodo de cálculo de la pensión. Según lo publicado en este periódico, desde Podemos afirman que se trata de un asunto “políticamente muy delicado”. “Aunque se permita elegir los mejores años, aunque sea fiscalmente neutro, hay colectivos que pueden salir beneficiados y otros perjudicados”. El artículo también expone que desde el socio minoritario de la coalición reconocen que, tal como argumenta Escrivá, las carreras laborales más irregulares pueden salir ganando con esta modificación. Sin embargo, creen que plantea una situación potencialmente explosiva.  

Las mismas palabras de Podemos se podrían decir de otra manera: las carreras irregulares más desfavorecidas han salido perdiendo desde siempre en el calculo de su pensión pero podemos estar tranquilos porque no existe peligro alguno de que existan situaciones potencialmente explosivas

Es evidente que desde Podemos se da por hecho que las situaciones explosivas nunca van a venir desde el lado de la minoría del 30%, que es el único que tendría razones para hacerlo. No hace falta ser muy avispado para darse cuenta de que se trata de una minoría silenciosa, resignada, humilde y acostumbrada a recibir todo tipo de golpes a lo largo de su vida laboral.

Quién me iba a decir a mí que unos jóvenes que hace menos de diez años aún no estaban organizados como partido político y que se reunían en asambleas improvisadas en plazas, parques e institutos con el deseo de cambiar el mundo, iban a aprender tan rápido lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer en política, aun sabiendo que no hacer nada signifique condenar a recortar las pensiones de aquell@s que han visto mermados los salarios de sus últimos años de vida laboral. 

Va pasando el tiempo desde que escribí la primera carta a esta redacción y empiezo a creer que con esta reforma de las pensiones se va a perder la ultima oportunidad que tendrá la “minoría” del 30% para que se solucione de manera ecuánime la injusticia que se está cometiendo sobre ell@s.

Nunca pensé que podrían sumarse tantos obstáculos y tantos defensores de lo injustamente establecido frente a algo tan evidente que clama justicia desde hace décadas. Y mucho menos imaginé que aquellos jóvenes que se sentaban en los parques y que ahora se sientan en las butacas de todas las instituciones iban a ser los más fervientes defensores de un criterio caduco y obsoleto sin ni siquiera pararse a pensar las situaciones dramáticas que esto ha provocado en miles de familias humildes que dependen de la pensión de sus mayores.

No quiero rendirme sin volver a insistir que no se debe dejar a la aleatoriedad premeditada un asunto tan serio. No vale con decir que no se debe cambiar una ley porque puede crear situaciones explosivas si esa ley que se debe de cambiar es una ley injusta que afecta a un 30% de trabajadores y trabajadoras que al final han tenido peor suerte en sus trabajos.

Es más, aunque esa ley injusta solo afectara negativamente en su pensión a una sola mujer trabajadora que ha tenido una carrera irregular, la cual empezó a trabajar a los 17 años (en negro y por cuatro duros por 10 horas al día en el caso de mi mujer y el mío) y terminó cotizando menos al final de su vida laboral que cuando tenía de los 30 a los 40 años, ya se trataría de una ley cruel.

De la misma manera que hemos aprendido a que no se debe hacer la vista gorda bajo ningún concepto con ningún tipo de discriminación o violencia, debemos aprender a que se debe actuar en todos los casos en los que exista una injusticia con la misma rapidez, determinación y contundencia sin tener miedo a lo que pueda pasar.

Los tiempos han cambiado y ya no estamos en la época de los romanos. Seguramente que en aquella época el pueblo llano de Roma estaba acostumbrado a disfrutar viendo cómo echaban a los cristianos a las fieras en el circo. Seguramente que los romanos se sentían orgullosos y felices de no ser como los cristianos y de no estar en su pellejo. Es también casi seguro que si las autoridades hubieran decidido eliminar ese tipo de espectáculos se habrían generado situaciones explosivas difíciles de sofocar. Y si los cristianos hubieran tomado el poder y hubieran hecho lo mismo con los romanos ya ni te cuento.

Yo creo que desde Unidas Podemos tendrían que confiar un poco más en la población española y no pensar en que todos somos como los antiguos romanos. Unidas Podemos, como parte del Gobierno, tiene la obligación de no hacer la vista gorda con la minoría desfavorecida por el actual sistema de cálculo y de explicar claramente el problema al que estamos todos expuestos si perdemos nuestro mejor trabajo tempranamente o hemos de dejarlo a cambio de otro peor para cuidar a un menor, a un mayor o a un enfermo. Estoy seguro de que si lo intentan se llevarán una grata sorpresa porque ya nadie puede creerse, aparte de ellos y los sindicatos, que todos llegamos al momento de la jubilación en el mejor momento y con los mejores salarios.

Para terminar diré que las matemáticas por si solas saben llegar a conclusiones justas y democráticas sin tener que pasar por el miedo de tener que cruzar líneas rojas ni a ser las culpables de supuestas situaciones explosivas que puedan poner en riesgo su puesto.

Quiero decir con esto que para que una persona que cotizó más de los 30 a los 40 años de edad pueda incluir sus mejores años en el periodo de cómputo existen diferentes posibilidades que se pueden estudiar con tranquilidad sin necesidad llevarse las manos a la cabeza.

Antes de explicarlas tengo que decir que nadie se tiene que sentir menos que nadie y que nadie tiene que dar por sentado que todo lo que está establecido es lo correcto. El mundo, para bien o para mal, evoluciona y está en un proceso de cambio constante al que hay que adaptarse (de ahí viene la palabra resiliencia que se incluye en el plan de recuperación).

Desde mi punto de vista, y después de haber hecho mis números, las posibilidades para que todas las realidades laborales estén incluidas en el periodo de cálculo son tres:

  • La primera es la más lógica y consistiría en que se tuviera en cuenta toda la vida laboral a la hora de calcular la pensión. El problema de esta posibilidad es que reduciría la mayoría de las pensiones.
  • La segunda es la más democrática y realista y consistiría en que cada persona pueda elegir de entre de toda su vida laboral los años que van a cubrir el periodo de cómputo establecido, ya sea de 25 o 30 años, ya que nadie mejor que ella sabe cuales son los años que es mejor olvidar (y no recordar hasta el final de sus días en forma de pensión).
  • La tercera es la que se aproxima al efecto neutro del que tanto se ha hablado. Consistiría en que se amplíe el periodo de cómputo a un mínimo de 35 años (a los 30 años de edad se puede llegar perfectamente con un salario más o menos digno y finalizar la vida laboral con uno mucho peor) y que se permita descartar el mayor número posible de años desfavorables, ya sean lagunas o bajas cotizaciones. De esta manera se intentaría abarcar todas las realidades laborales y prácticamente sería como decir que la persona podría elegir el periodo de cómputo de su vida laboral pero su número de años dependería de una resta. El kit de la cuestión en esta posibilidad es cuantos años se permitirían descartar y si realmente abarcaría a todas las realidades laborales.

Una de las combinaciones posibles con efecto neutro más hablada, y que parece que ya ha pasado al olvido, sería tomar en consideración los 29 años más favorables dentro de los 35 años previos a la jubilación (descartando los seis peores ejercicios). Esta opción fue considerada recientemente por el Banco de España y, según ellos, arrojaría una pensión media similar a la resultante de tomar en cuenta los 25 años anteriores a la jubilación.

En conjunto esta medida no supondría ni un recorte ni un mayor gasto en pensiones, daría opción a todas las carreras profesionales a incluir sus mejores años cotizados dentro del periodo de cómputo y no afectaría a las carreras profesionales que están siendo beneficiadas actualmente de la misma manera que una simple ampliación del periodo de cómputo.

Puede ser que con esta medida no se consiga un mayor ahorro, que para eso estaría la primera de las posibilidades que he enumerado, pero haría que muchas personas desfavorecidas por el actual sistema de cálculo tuvieran la pensión que se merecen.

Un saludo a todos los pensionistas actuales y futuros, y gracias a 65YMÁS por ayudar a que todos estemos mejor informados en un asunto tan delicado como es la reforma de las pensiones.


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