Jueves 25 de julio de 2019
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El maltrato a las personas mayores es una consecuencia de la pérdida de poder físico y social de quienes se ven debilitados por el transcurso de los años. Ya decía José María Gabriel y Galán, en su poema Ganadero, en el que relata la agitada vida del intrépido charro que, cuando llega a viejo, remata diciendo: “¡ Y no hay que hacerse ilusiones, porque al charro más valiente, si se le arruga la frente ….. se le arrugan los calzones!” .
Según informe de la OMS, publicado el pasado año, una de cada seis personas mayores sufre malos tratos, y eso que no se conocen bien los datos de quienes son víctimas de vejaciones en el seno de la familia, porque son casos que suelen permanecer ocultos.
La pérdida de la autonomía personal, que lleva al anciano a progresivos grados de dependencia, da pie para que sus cuidadores puedan llegar a tratarles desconsideradamente, hasta llegar a incurrir en actos de violencia.
En un entorno de convivencia con la propia familia, los mayores pueden verse tratados sin el respeto que merecen de sus propios hijos y nietos, que se consideran superiores por su juventud y estatus social. Otra cosa muy diferente es cuando los abuelos apoyan la economía familiar y hasta cuidan de los nietos en las horas de trabajo de los padres, hacen de 'canguros', que puede llegar a ser un abuso de su tiempo libre, disfrazado de un cariño egoísta.
Las estadísticas revelan que son más las mujeres mayores que sufren malos tratos respecto a los varones, lo que puede deberse a que ellas tienen mayor esperanza de vida y sufren más riesgos de deterioro cognitivo.
Según el conocido aforismo: 'Los viejos, dos veces niños', resulta que muchos pueden llegar a ser tratados como si de infantes o bebés se tratara. El sufrimiento de las personas mayores que ven como se echa por los suelos su dignidad y se les falta al respeto son situaciones de maltrato que en la mayoría de los casos permanecen ocultas ante la opinión pública, por aquello de que 'la ropa sucia se lava dentro de casa'.
La sociedad, en general, considera que, cuando se llega a la edad de la jubilación, las personas quedan inhabilitadas para toda clase de actividades. Nada más lejos de la realidad, pues aunque se deje de tener un trabajo retribuido, lo mejor es vivir una vejez activa haciendo todo aquello que nos pueda resultar agradable y beneficioso para la salud.
Balbino Lozano, miembro de la Junta Directiva de Conjupes y Presidente de la Federación de Jubilados y Pensionistas de Zamora.