Ángel Bernaldo de Quirós
Opinión

Cuaderno de a bordo día 30: Llegada a Baiona

Ángel Bernaldo de Quirós

Jueves 31 de agosto de 2023

8 minutos

Cuaderno de a bordo día 30: Llegada a Baiona

Jueves 31 de agosto de 2023

8 minutos

Cuaderno de bitácora

26 de agosto de 2023.

Funchal - Baiona llegada (8)

Pues parece que el mar siempre deja para el último día todas las cosas. Recordáis que travesía tan maravillosa he tenido ¿no? Pues estos dos últimos días han sido un verdadero incordio.

Pero vamos paso a paso: El viernes empezó siendo un día normal y acabó complicándose. A eso de las 4 de la madrugada me había quedado a dormir en el salón porque ya tuve un par de avisos del piloto automático.

Piloto batería insuficiente, piloto sin datos.  Y se apagaba y volvía a conectarse solo…  raro raro. “Algún contacto”, pensé. Lo revisaré cuando llegue a la península.

“Ya”, -dijo el piloto-. “Pues te vas a joder, porque voy a desconectarme, pero para que no te enteres lo voy a hacer sin que te des cuenta”. El capullo del piloto saltó y se desconectó, pitó unos 15 segundos, pero no lo escuché.

Eso era el viernes a las 4:15 horas. Me levanto a hacer mi guardia de las 4 y me doy cuenta de que si teníamos que hacer rumbo 45 grados Este… Estábamos haciendo 100 Sureste. ¡Más de 1 hora fuera de rumbo!

Os preguntaréis por qué Alicia no se paró o traslucho (giró) y saltaron el resto de las alarmas… Pues la explicación es que está tan bien compensada con 1 rizo en la mayor y el foque, que simplemente siguió navegando ella sola... más de 1 hora… y follados que íbamos… Corrijo rumbo y me doy cuenta que el piloto no va… directamente se ha apagado. Empezar a contar horas.

Empiezo a navegar sin piloto, a pelo. El caso es que ya al atardecer cuando aún no se había cascado el piloto vi una especie de chubasco-niebla en el horizonte donde nos íbamos a internar en unas horas y no le presté atención, pero más tarde me dio bien la tabarra. Era como entrar en una sauna, de esas turcas, pero en frío.

No llovía, pero la humedad era tremenda.

Me hizo varias jugarretas con la dirección del viento. No lo entendía, con niebla no suele hacer viento, pues soplaba de narices. Y sin visibilidad, o miraba los instrumentos o no sabía por dónde venían los tiros. Me dio un mal rollo constante estar en esa cosa negra, húmeda y fría.

Al amanecer vi como salía de ella y me sentí aliviado. Era como escapar de una boina negra de unos 300 metros de altura, que me perseguía y arrastraba hacia ella.

Hacia las 7:30 pongo al pario el barco (una manera de dejarlo parado sin bajar las velas) desayuno algo y me meto a ver si encuentro la avería… nada no doy con ella. Estaba empezando a marearme, ya estamos a 18-19 nudos y las olas están subiendo (la meteo hablaba de 2-3 metros hoy). Me doy por vencido y vuelvo a navegar, lo intentaré más tarde.

Vuelvo a ponerme en marcha. Alicia navega y durante 2-3 minutos va sola sin tener que tocar el timón. Consigo hacerme un té y comer un par de magdalenas.

Llevaba un primer rizo puesto y estaba pensando en meter el segundo. Lo consigo a duras penas, sin piloto automático la cosa se complica. Ahí tuve mi primer error, pues debí haber metido el tercer rizo directamente.

Prefiero ir un poco corto que pasado, si bien es verdad que cuando lo metí no sabía lo que venía después.

Ya estaba algo cansado, pero no podía contar con mi tripulación, que vomitaba hasta la primera papilla. No era capaz de preparar un sándwich si echar la raba… así que iban pasando las horas y las condiciones empeorando.

El día era radiante, contrario a lo que decía la predicción de nuboso, pero el viento empezó a hacer de las suyas… Ya tenía rachas de 26 nudos y tenía que meter el rizo de día. Si esperaba a la noche, sería muy complicado… Allí estaba yo en un mar de olas de 3 metros, 26 nudos de viento…

A eso hay que sumarle mi brazo izquierdo que prácticamente está al 50% y el derecho con tendinitis por sobrecargarlo. A ver cómo coño rizo sin piloto automático y la rasca que tengo encima. Además, para más inri, no tengo el cabo pasado por ese rizo, solo tengo 2 amantes de rizo y tres rizos. Eso es lo primero que hago, pero, ¿como voy al mástil?

Bueno, tomo la decisión de poner el barco al pario y mover todo el carro de la mayor a sotavento. La teoría es fácil, pero la práctica… te cagas.

Estando en el mástil, el cata se atravesó a las olas, vamos que lo atacaban por las amuras (costados) y eso no mola nada. Si miraba las olas no hacía lo que tenía entre manos… y pasé de mirar las olas.

Tras soltar el primer rizo, ya estaba todo listo para pasarlo por el tercero, pero antes había que bajar la mayor y meter la anilla en el aries (los rizos se meten en unas anillas que llevan las velas a la altura de los mismos, al lado del mástil –gratil- y luego se aprietan por detrás de la vela –Baluma- por un cabo que pasa por un ojal y por el interior de la botabara hasta el mástil). ¡Ah! el aries son unos cuernos en la botavara donde se enganchan las anillas.

Al bajar la mayor vinieron los primeros problemas, que no bajaba, la vela portaba viento porque no estaba orientada correctamente.

Los putos sables de casi 4 metros de largo se doblaban, vamos un estaribel cojonudo. Me subo al techo del cata y tiro hacia abajo de la vela con todas mis fuerzas… Consigo que la mayor baje al tercer rizo. Vuelvo a la base del mástil y meto la anilla en el aries. Una cosa superada.

Ahora, al final de la botavara en popa subido encima de los asientos y agarrado al lazybag (funda donde se recoge la vela)  y con la mano derecha intentando pasa el amante del rizo por la anilla de la baluma.

Fueron los momentos más peligrosos y aunque el barco está ‘parado’, no es verdad, y abate con mucha velocidad hacia atrás… Si me hubiera caído ahí, tengo serias dudas de si hubiera sido capaz de volver a subir a bordo… Por fin consigo meter al amante en su lugar.

Cuando voy de camino al mástil para tensar el rizo, una ola directamente rompe sobre el techo del cata, menos mal que no estaba de costado. Me caigo hacia la red del cata de rodillas.

Como el foque está al contra de su posición habitual, me agarro al cabo que lo sujeta al winche y me levanto rápido. Tiro del rizo con el winche que está en el mástil y lo fijo. Segunda cosa conseguida.

Solo queda subir y tensar la mayor. Como no puedo girar el winche con un brazo, me suelto y lo intento con los dos… Todo cruje pero ya está arriba la vela.

Llego a la bañera rendido y gateando. Cuando me pongo de pie y miro los instrumentos estoy a 29 nudos de viento y atravesado a las olas. Tengo que salir de ahí cagando leches… me da igual si voy en contra de mi rumbo el caso es mover el cata y que empiece a navegar.

Los cabos están empapados de agua y pesan un montón. Por fin consigo mover el cata. Voy en dirección contraria a donde quiero ir. Otra vez virar para volver al rumbo adecuado.

Cuando vuelvo a rumbo me doy cuenta de que estoy muy alto de pulsaciones y jadeando. Joder, si todo esto ha sido a las 7 de la tarde con solazo, y las he pasado putas, ¿que va a ser esta noche?

Estoy empapado y aunque no tengo frío, decido parar de nuevo el cata y vestirme antes de que se haga de noche. Chaqueta, pantalón, botas de agua y forro polar debajo de todo… Me tomo unos frutos secos y de vuelta al tajo…

Aún estoy muy lejos de la costa portuguesa y no puedo fijar un punto de referencia para no estar mirando continuamente la brújula con el rumbo.

Las rachas de 29 nudos son cada vez más constantes y voy a 9 nudos SOG. Intentando esquivar las olas como puedo… Una complicación más se añade a lo de p… madre que me lo estoy pasando: Estoy en zona de tráfico Marítimo constante, con cargueros por babor y estribor…

Cuaderno de a bordo día 30: Llegada a Baiona

A la altura de Viana do Castelo

Por fin empiezo a ver la costa portuguesa y coincide con el atardecer. La temperatura baja considerablemente y ya llevo 15 horas a mano. Cuando estoy más cerca me doy cuenta de que estoy a la altura de Viana do Castelo. Y Vigo está bastante más arriba.

Me pongo a ceñir a rabiar, que con 9 nudos de velocidad no es moco de pavo, con esas olas que me traen por el camino de la amargura. De vez en cuando doy unos pantocazos que parece que el cata se va a partir por la mitad.

A medio camino del faro de lobos me voy cuenta de que llevo casi una hora en el mismo sitio, hay una corriente en contra del copón, más las olas y el viento que ha bajado a 22 nudos. ¡Alicia no es capaz de ceñir!.

Ya es la 1 de la madrugada y estoy pensando muy seriamente en dar la vuelta y entrar en el puerto de Viana do Castelo.

Miro una y otra vez el plotter y estamos tan cerca de Vigo… Ya empiezo a rebotarme, intento acercarme lo máximo a la costa a ver si hay menos viento. Y sí, hay menos viento, pero las olas no han bajado nada. Así que intento salir de nuevo hacia mar adentro para hacer el primer zigzag…(ceñir).

Los 30 nudos de viento y cada virada de noche, con los cabos mojados y escurriéndose en el winche, es un esfuerzo que me agota más y más. Tras 4 bordos, consigo ganar barlovento, pero aún me queda tela de ceñir. Me vuelvo a acercar a la costa al máximo, y el viento baja a 16 nudos y las olas son más largas y suaves. No lo dudo ni un momento, quito foque bajo el motor y ayudado por la mayor voy ganando barlovento poco a poco….

Consigo doblar el cabo a eso de las 6 de la mañana. Estoy derrotado, pero lo he conseguido. Empieza a clarear el día antes de amanecer y gateando por cubierta coloco las defensas en la amura de estribor. Compruebo cómo voy de combustible y relleno de nuevo el depósito.

Estoy tiritando de frío y eso que estoy seco, pero tenía que haberme puesto una capa más de ropa. Aún en estas circunstancias alucino con las islas Cíes a mi proa  y la ensenada de Baiona a mi estribor.

Cuando cambio el rumbo para entrar en la bahía, el parador nacional y los alrededores me dejan maravillado… está amaneciendo.

A las 7 de la mañana llamo al club de yates de Baiona para pedir amarre. Me mandan al pantalan de Transito, ya conozco el lugar y nadie viene a echar una mano para atracar, aunque tampoco hace falta, sopla una brisa suave pero helada.

Me acerco muy lentamente, paro el motor, salto de cata y freno el barco en la primera cornamusa que pillo. Amarró la proa también, antes de que se separe del pantalán.

Cuaderno de a bordo día 30: Llegada a Baiona

Es la primera vez que navego sin piloto la friolera de 187 millas, más de 27 horas de navegación. Estoy exhausto. pero me siento satisfecho de no haberme dado por vencido y dar la vuelta.

No puedo ni imaginar lo que debió de pasar Robin Knox (primer marino en dar la vuelta al mundo en solitario), que se le estropeó el piloto automático desde Australia hasta Inglaterra… eso si fue una proeza.

Me quito la ropa y me meto en la cama a sobar. Quedó dormido al instante.

Continuará…

Sobre el autor:

Ángel Bernaldo de Quirós

Ángel Bernaldo de Quirós

Ángel Bernaldo de Quirós es un empresario jubilado de 62 años que ha decidido dar la vuelta al mundo en solitario a bordo de su catamarán.

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