Cumplir años nos conduce ineludiblemente hacia dos realidades ambivalentes, como son la soledad y el silencio.
Hay soledades y silencios queridos, muy apreciados, y los hay padecidos, dolorosamente sufridos.
A veces los silencios obligados los vemos y sentimos como un fracaso, tras una larga vida que nos lleva a un páramo, a un desierto. Otras veces son buscados y deseados.
Benigni en La Vida es Bella decía: “El silencio es el grito más fuerte”. Sn embargo, Miguel Hernández escribía sobre “un lenguaje sin palabras que solo se expresa cuando nuestro silencio”
Cumplir años es ir inexorablemente hacia una vida de silencios y susurros internos, hacia una época de sosiego y recuerdos, de profunda e interna reflexión, que nos hace comprender mejor, más que ningún otro instante de nuestras vidas, qué ha significado vivirla. ¡Apreciémoslo!
Compartir nuestros susurros y nuestros silencios, hará más ricos a los nuestros, a los que nos rodean y quieran escucharlos con atención. Siempre entendí los silencios de mi abuelo, de mi padre, siempre supe si eran de aprobación o de rechazo, siempre me ayudaron a tomar decisiones.
Mientras tanto, intentemos trasladar a las nuevas generaciones la importancia y lo enriquecedor que es “aprender del silencio”, un magnífico consejo de San Juan de la Cruz.
Por todo ello debemos de trabajar en modificar nuestro camino y el destino a dónde llevar nuestras vidas.
Y para ello hemos de buscar un sentido, y ese sentido debe tener una clara vinculación emocional que haga que nos revolvamos y actuemos.
Rodearse de emociones que nos lleven a actuar, disfrutar del silencio acompañados de los mejores susurros de nuestro camino, será tan beneficioso o más que todo el ruido de este mundo nuestro.
Los libros que nunca empezamos, los que dejamos a medias, los caminos que no anduvimos o las cumbres que nunca coronamos, los atardeceres que no apuramos hasta el final, o aquellas lunas llenas que no dejamos que nos emocionaran. Esos discos de vinilo de Charles Aznavour o de Mina, que llevan décadas almacenando polvo a pesar de lo que nos gustaban.
Vivamos la vida hasta su último aliento y llevemos los bolsillos llenos de experiencias, de dolor y de gratitud, acompañados en soledad o acompañados por el dulce silencio.
Vamos hacia un mundo donde mayores cuidarán de mayores y en el que no permitamos que nadie viva en soledad no querida.