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Mario Benedetti, nuestro poeta amigo, desde la otra orilla vecina a Buenos Aires nos dice en la primer estrofa del poema:
Defender la alegría como una trinchera
Defenderla del caos y de las pesadillas
De la ajada miseria y de los miserables
De las ausencias breves y las definitivas
En un tiempo en que "trinchera" evoca guerra, uso de armas, vidas y mucho empeño y dinero puesto en Tánatos, defender la alegría supone un ejercicio muy activo, vigoroso, potente, de cuidado, alerta, de eficaz energía en producir lo que nuestro ser necesita para ser feliz.
Se trata de la defensa respecto del afuera, pero también de la defensa del propio mundo interno donde la memoria persiste en recordar "algunos casos que recordar no quiero" como dice Antonio Machado en su Retrato. Consiste en reconocer también un mundo interior habitado por "el otro que hay en mi", que a veces me resulta extraño. Aquel que "me acentúa la percepción de estar ausente" y que "ocupa mi lugar como si el otro fuera yo" como dice Roberto Juarroz en su Poesía Vertical en directa alusión al inconsciente.
Salvador Dalí La persistencia de la memoria, óleo sobre lienzo, 24 por 33 cm., Museo de Arte Moderno de Nueva York, MOMA
La muy popular obra de Salvador Dalí La persistencia de la memoria, con su deformación insistente de relojes, esta persistente alusión al tiempo, nos invita a una salida luminosa y activa, también recurrente y poética en permanente búsqueda y defensa de lo vital.