Joaquín Ramos López
Opinión

Días de buena mesa

Joaquín Ramos López

Miércoles 18 de diciembre de 2024

3 minutos

Días de buena mesa

Miércoles 18 de diciembre de 2024

3 minutos

Ayer tarde, saliendo de una muy agradable comida en grupo, pensé que podía merecer la pena en estos días reflexionar sobre esa práctica de positiva convivencia y sus antagónicas reuniones frías, ceremoniosas e impostadas mesas de trabajo, donde generalmente se pasa solo regular.

Es bastante común que nos reunamos en mesas, o en sillas frente a una mesa, para plantear y hasta resolver una diversidad de asuntos de las vidas doméstica y profesional.

Prácticamente, la utilidad de una mesa convierte su presencia en un elemento fundamental de cualquier dependencia donde deban encontrarse y permanecer dos o más seres humanos. 

Sin duda, la carencia de ese mueble allá donde sea crea un verdadero problema para ubicaciones varias. Y su suplencia por un mostrador u otro soporte habilitando una caja grande, unos bastidores con un tablero, u otro ingenio improvisado, suele acabar en una suerte de contratiempos.

Sentada pues su vital importancia, diré que hay mesas de muchas clases. No me refiero ahora concretamente al protagonista mueble; para eso están los catálogos de los establecimientos que las fabrican o comercializan. Sino al destino que le dan los que se sientan delante o frente a ellas.

Y voy a citar algunas cuantas. Por ejemplo, mesas para comer; mesas escritorio, de despacho, oficina, recepción, consulta, libramiento, de firmas, de laboratorio; meas de reunión, para juntas, presentaciones colectivas, votaciones, contratación, de apuestas y juego, redondas de opinión; mesas de estrados, judicial y académica, de consejo de administración; del Congreso de los diputados  senadores, ediles, y otras muchas.

Aquellas mesas materiales y esas composiciones humanas, dan lugar, a su vez, a las formas y tamaños de los imprescindibles enseres. Sin embargo, “mi mesa de referencia de hoy” sería cualquier mesa donde unos cuantos humanos se encuentran para celebrar alguna reunión por su razón o motivo del encuentro.

Porque propongo obtener algún valor del talante, o disposición personal, con que nos conducimos estando reunidos. De la intención de nuestra comparecencia en ese acto. La expectativa del clima de la reunión. El significado y deseos de las exposiciones. La sinceridad o malicia en los planteamientos. La conducta respecto del protocolo o la educación presencial. Las consideraciones en cuanto a las explicaciones o interpelaciones de los intervinientes. La calidad de los resultados, independientemente de su logro.

Diría que, lo importante será, al final del cónclave, la satisfacción final de la reunión, el cumplimiento de las sensaciones esperadas, la confirmación, para bien o para mal, de las desesperanzas, la felicidad de haber tenido un final dichoso o comprensivo, o la culminación de algo pretendidamente valioso.

Y será aquí donde quiebre en demasiadas ocasiones la ilusión, la confianza, el empeño y la voluntad, al comprobar como a menudo en una “tabla con patas”, del comedor familiar, del Congreso, del Juez, del Director de Empresa, del juego de mesa o casino y hasta del VAR, se pueden provocar desafueros, insultos entre pares, acusaciones falaces, disgustos emocionales, contrariedad y fatal desatino.

Pero llega una jornada, una reunión de verdaderos amigos o compañeros de estudios, trabajos, o viajes colectivos; de reencuentro familiar tras el tiempo, o en Navidad; convenciones empresariales de premio al mérito; resultados y disfrute de éxitos nacionales, deportivos, sociales o económicos, como contrapunto de aquella otra realidad, tan humana de vida común deseada feliz.

Los seres humanos nos decimos ser iguales y los principios naturales y morales que nos sustentan nos corresponden a todos por igual en cuanto a su disfrute en comunidad de vivientes. La realidad individual de cada cual nos diferencia, puesto que esa no es solo un derecho, es también un deber primordial que llamamos respeto.

Bienvenidas las buenas cenas y comidas en grupo de estos días, donde lo repetido sea la felicidad general. Deslicemos lodo abajo, en limpio recorrido, la maleza de nuestras diferencias. Abracemos la comunión de los buenos surtimientos y orillemos los deseos que ahora no tocan. Intentemos vivir en paz. Disfrutemos de tanta luz municipal de paseos y plazas, camino de Belén.

Sobre el autor:

Joaquín Ramos López

Joaquín Ramos López

Joaquín Ramos López es abogado, vicepresidente de la Comisión Séniors del Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona (ICAB) y autor del blog Mi rincón de expresión.

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