¡Un médico, por favor!
Diego FernándezMartes 12 de mayo de 2020
ACTUALIZADO : Jueves 14 de mayo de 2020 a las 10:55 H
7 minutos
Martes 12 de mayo de 2020
7 minutos
En mis primeros paseos de desescalada echo de menos las caras familiares. Algunas por distancia son imposibles de ver. Otras, las que me encuentro por casualidad o en quedadas furtivas a dos metros de distancia, permanecen tapadas por mascarillas. En estas caminatas también echo de menos ver tiendas abiertas, terrazas llenas de conversaciones entre carcajadas o a mayores y niños paseando por la calle. A la mayoría de la población se nos ha hurtado interaccionar con dos franjas de edad especiales. Los que están aprendiendo a vivir y los que saben tanto como para relativizar hasta una pandemia.
Lo que no echo de menos, pese a que las caminatas están acotadas por el corsé del tiempo, es esa sensación de prisa. Quizá sea por la ausencia de tráfico o porque respiro más puro de lo acostumbrado, pero cuando el ansia por el paseo desaparece, a eso de las nueve y media, percibo en Madrid una relativa calma. Creo que, sin embargo, los que la gobiernan no mantienen esa mesura o la ahuyentan adrede. Los políticos madrileños al mando tienen prisa porque el motor monetario de la Comunidad arranque de nuevo. Las frases de sus dirigentes están plagadas de datos económicos muy preocupantes. 20% del PIB estatal en peligro, desempleo juvenil en ascenso, autónomos sin ingresos, pequeño comercio en estado de emergencia, y así una larga retahíla de síntomas. Datos y más datos muy preocupantes. Pero que, pese a su importancia, no superan un argumento. El coste de una sola vida humana.
Al escucharles me dan ganas de gritar "¡un médico, por favor!". Una expresión habitual, incluso manida, que solemos escuchar en las películas cuando la cosa se pone fea. En una pandemia, un médico es más necesario que nunca. Lo es salvando vidas en un hospital, volando en una ambulancia en busca del emisor de una llamada urgente o al frente de la gestión de una crisis con primer apellido: sanitaria. Ese primer apellido tiene competidor en la Comunidad de Madrid. El segundo apellido: crisis sanitaria y económica.
La economía es la razón por la que el Gobierno bicéfalo de PP y Ciudadanos presidido por Isabel Díaz-Ayuso, solicitó al Estado pasar a la fase 1 de desescalada. No tenía argumentos médicos, solo económicos. Esa solicitud ha provocado que la Doctora Yolanda Fuentes, Directora general de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, haya dimitido. No quería firmar algo con lo que no estaba de acuerdo. Un médico que no quería poner en peligro la salud de la Comunidad de Madrid.
Algunos dicen que la petición de Ayuso es un órdago político. Una búsqueda de munición para criticar a Pedro Sánchez, consciente de que su petición iba a ser rechazada. Otros aseguran que las presiones económicas han podido más que la salud. No sé quién tiene la razón. Pero permítanme que en tiempos de incertidumbre sanitaria me fíe de los médicos, de los epidemiólogos o, en definitiva, de los expertos. Puede que algún lector me califique de temeroso, pero creo que es lo correcto. Prefiero ser temeroso a temerario. El temor a una recaída suele evitarlas.
Todos estamos realizando en mayor o menor medida un esfuerzo que nos trasciende. Imaginen que en dos semanas les dicen que hemos corrido demasiado y que hay que volver a empezar. Que hemos caído en esa casilla del Monopoly que te obliga a regresar a la salida y encima nos “premian” con un buen puñado de nuevas víctimas. Nos veríamos encerrados otra vez, bajos de moral y con la certeza de que esta vez el error, seguro que sí, ha sido humano. ¿Soportaríamos volver a pasar por lo mismo?
Ahora que lo que nos parecía insoportable empieza a convertirse en llevadero. Creo que deberíamos ir con cautela. Hay vidas en juego y Madrid no está para recaídas. Madrid no debe tener prisa. ¿Hay algún médico en la sala?
Diego Fernández es periodista en La Sexta Columna (La Sexta).