La perversa mitología sobre los mayores
Emilio J. GonzálezMartes 27 de agosto de 2019
5 minutos
Martes 27 de agosto de 2019
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Los mayores desempeñan un papel fundamental en el mercado de trabajo, gracias a sus cualificaciones y, sobre todo, a su enorme experiencia. En un país como España, en el que la sociedad envejece rápidamente, prescindir de la contribución laboral de los mayores equivale a desperdiciar unos recursos sumamente valiosos para nuestra sociedad. Sin embargo, y por desgracia, es lo que está ocurriendo, entre otras razones, a causa de unos mitos injustificados en torno a las capacidades laborales de los mayores y a la manera en que funciona el mercado de trabajo.
Esos mitos conducen a que la mayoría de las medidas políticas y de las prácticas empresariales jueguen en contra de la permanencia de los mayores en el mercado de trabajo. Lo que implica que mucha gente tenga posibilidades muy reducidas de asegurarse unos ingresos adecuados para la jubilación. Además, pueden conducir a la exclusión social de los mayores. Por ello, es vital desmontar la mitología laboral que condena a los mayores.
Primer mito: los mayores quitan empleo a los jóvenes
El primer mito es que, si los mayores siguen trabajando, entonces habrá pocas oportunidades de empleo para los jóvenes. Esta idea se basa en una falacia muy extendida sobre el mercado laboral, que consiste en considerar que el número de empleos en una economía es fijo. Nada más lejos de la realidad. Si la economía crece, se generan puestos de trabajo, como vimos en España entre 1997 y 2007. Si hay emprendedores que lancen proyectos empresariales, se creará empleo. Si esto no fuera así, no se hubiera podido producir la gran incorporación de la mujer al mercado de trabajo que tuvo lugar en nuestro país en el último cuarto del siglo XX.
Así es que, si los jóvenes no encuentran empleo, no es por culpa de los mayores, sino por falta de cualificación profesional, porque sus cualificaciones no se adaptan a las necesidades de las empresas o porque la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) cercena las posibilidades de contratación de los menos cualificados.
Una consecuencia perniciosa de esta visión estriba en considerar que si se promueven políticas que favorezcan la contratación de mayores, estas políticas impedirán que se contrate a otros grupos en dificultades, en especial los jóvenes. Lo cierto, sin embargo, es que, en los países de la OCDE, cuando se aplican reformas estructurales que eliminen obstáculos a la contratación, aparece una correlación positiva entre la evolución del empleo de los mayores y la de los jóvenes.
Segundo mito: los mayores son menos productivos
Un segundo mito, pero igualmente importante, consiste en creer que los trabajadores de más edad son menos productivos. Lo cierto, sin embargo, es que los estudios no muestran evidencia alguna de que las capacidades laborales se deteriores sistemáticamente con la edad. Lo que de verdad demuestran los estudios es que cada grupo de edad tiene sus propias fortalezas y debilidades y que ambas evolucionan con la edad. Por ejemplo, el punto fuerte de los mayores reside en su madurez personal y en su experiencia. Ahora bien, no se puede negar que hay mayores a los que les cuesta adaptarse al cambio, o que hay casos en los que el envejecimiento conlleva una pérdida de capacidades laborales. Pero también hay muchos casos que demuestran que los mayores se adaptan bien, con lo cual es un error el considerar que la edad en sí misma es un buen indicador de la capacidad de trabajo de los mayores, porque no es así.
Tercer mito: no es realista trabajar más allá de los 60
El tercer y último gran mito reza que si, en el mundo actual, las presiones derivadas del trabajo que experimenta una persona son más intensas, entonces no es realista pedirle que prolongue su vida laboral más allá de los 60 años. Y nuevamente esto no es cierto. La mejora de la esperanza de vida ha venido acompañada de una mejora en la salud de las personas, que ha retrasado su proceso de envejecimiento físico y mental. Desde esta perspectiva, por tanto, no hay razón para pensar que no se pueda prolongar la vida laboral.
En este mismo sentido hay que considerar la naturaleza del trabajo hoy en día. Antes era eminentemente físico, manual. Hoy, en cambio, es más ‘intelectual’ por decirlo de alguna manera. Así es que las limitaciones físicas que impedían a la gente seguir trabajando en el pasado hoy son mucho menos importantes. De todas formas, si se considera que el empleo puede resultar estresante para los mayores, por la duración de las jornadas de trabajo o por otras razones, siempre se pueden poner en marcha sistemas de trabajo a tiempo parcial para este grupo, porque las consecuencias a largo plazo para la salud física y psíquica de una jubilación temprana en muchos casos son peores.
Emilio J. González, Profesor de Economía de la Universidad Pontificia Comillas, Icade (@UCOMILLAS)