Enrique J. Salván
Enrique J. Salván es periodista especialista en Economía y Comunicación de Crisis, con experiencia de más de 40 años en medios y departamentos de comunicación.
… saber más sobre el autorJueves 18 de junio de 2020
3 minutos
Crónica de un ciclista sesentón en plena desescalada
¿Imaginan ver el Guernica con la sala del museo para ti solo? Pues estas semanas es posible. La desescalada progresiva no ha llegado a los museos madrileños. Te encuentras el Reina Sofía sin apenas público. Es una de las sensaciones positivas que nos está dejando esta tremenda pandemia del coronavirus. Para este ciclista impenitente también fue una inolvidable sensación poder recorrer las calles de un Madrid vacío hace dos meses cuando iniciamos tímidamente la desescalada.
Esa timidez la tuvimos mi amiga y yo cuando entramos en la sala del Guernica, a principios de la semana. Se nos apareció el cuadro al torcer la vista a nuestra izquierda y traspasar el vano para enfrentarnos con el maravilloso panel de blanco, gris y negro que pintó Picasso, en 1937. Muestra los horrores de la guerra (si además es una guerra civil, aún es peor). Y el sesentón ciclista, que ha dejado la bicicleta eléctrica en la plaza recién bautizada de Juan Goytisolo (porque ya existe demasiado tráfico en la ciudad para ir en bici), se pregunta si el cuadro no representa también los horrores de las pandemias, de la crisis, de los infectados, de los muertos por el virus.
Seamos positivos. Estamos ya a punto de salir de la desescalada, de olvidarnos del estado de alarma, al menos de momento. Y el biciclista que utiliza también el vehículo de dos ruedas para reflexionar mientras camina por la Casa de Campo le horroriza cómo algunos son incapaces de aunar esfuerzos. Este es un tiempo de ayudarnos, de sumar voluntades. No de confrontar, no de dividir, no de fomentar el odio. Y esos mismos, afortunadamente una minoría, le llaman ideología a la protesta. Es una protesta legítima, desde luego, pero a destiempo; inoportuna. Nos hace más débiles a todos.
Porque nos encontramos en una guerra invisible contra la pandemia. Es verdad que no existen enemigos enfrente. Por tanto, si no hay “enemigos”, no los inventemos artificialmente porque todos nosotros, todos los españoles y los ciudadanos del mundo, somos aliados en la lucha contra el virus. Ya habrá tiempo de criticar por qué los gobiernos tardaron tanto en alertar a la población y proteger al personal sanitario. Pero antes hay que salir de ésta. También de la crisis que se nos viene encima.
Comprobamos que los empresarios están arrimando el hombro. Su conferencia con máximas personalidades empresariales es un éxito para la moderación de su presidente Garamendi. Rara vez hubo un encuentro de tanta envergadura en la patronal CEOE. Los sindicatos también parecen optar por la moderación.
Y es que esta pandemia deja filas de ciudadanos buscando una bolsa de comida para almorzar. Todas las mañanas las ve este ciclista en la plaza de Benavente. Algunas instituciones hablan de que en España existen ya dos millones de personas en situación de pobreza. Una cifra que hace apenas una década era impensable.
Por eso hay que sumar esfuerzos. El consenso es la ideología.
Y desde luego caminar libremente con la bicicleta como mejor herramienta de una ciudad más humana, más solidaria, más sostenible. Lástima que no hayamos copiado iniciativas como las de Berlín, París o Barcelona, en donde se han ampliado los espacios de movilidad en bicicleta. Hubiese sido una maravillosa oportunidad también para Madrid.
Enrique J. Salván es periodista especialista en Economía y Comunicación de Crisis, con experiencia de más de 40 años en medios y departamentos de comunicación