Enrique J. Salván
Enrique J. Salván es periodista especialista en Economía y Comunicación de Crisis, con experiencia de más de 40 años en medios y departamentos de comunicación.
… saber más sobre el autorSábado 16 de mayo de 2020
3 minutos
Crónica de la desescalada en la capital, de la mano de un ciclista sesentón
Esta semana se inicia con España partida en dos: los que pasan a la fase 1, con mayor libertad de movimientos, y quienes se quedan en la fase 0. Las dos principales ciudades del país, Madrid y Barcelona vivirán una semana especial, con la sensación de que en este tiempo, ambas han suspendido en sus datos epidemiológicos.
Cuando se pasea por la ciudad, dentro de los límites de la libertad reducida, se percibe un hecho de cierta preocupación. La utilización de la mascarilla no es unánime; en algunos barrios, incluso, una inmensa minoría pasea sin protección; a lo que se une que la distancia de seguridad tampoco se respeta.
Muchos no han entendido que la utilización de las mascarillas tiene una triple finalidad: higiénica, preventiva y simbólica. Es la manera de decir al otro que todavía estamos en el inicio de la desescalada. Y, sobre todo, que el virus sigue con nosotros. Hay un valor simbólico en su uso porque ayuda a no relajarse; a no considerar que poder salir de casa acaba con los problemas del virus.
El domingo, un ciclista veterano se acercó al kiosco de periódicos sincerándose con el quiosquero (otros valientes en esta crisis): “la pandemia es tremenda, pero, el paseo de hoy en bicicleta, ha sido una maravilla”. Se refería, sin duda, a esa extraña libertad que se siente estos días, entre los aficionados al deporte, que pueden recorrer una gran parte de Madrid sin tráfico: de la calle doctor Esquerdo a plaza de Castilla; de aquí al Edificio España, subir por la Gran Vía y plantarse en la glorieta de Atocha. Tan sólo hay que madrugar.
El cronista observa también la apertura de avenidas y calles anchas para el paseo diario en ciudades como Madrid durante el fin de semana. No podemos entrar en los grandes parques aún pero, al menos, bordeamos El Retiro como adorando a un dios menor. En la calle Menéndez Pelayo, por la tarde, una señora hablaba con una vecina: “no llevo la mascarilla porque si me la pongo, ni veo ni oigo” (sic).
Mucha pedagogía es necesaria para impedir una recaída. Las farmacias han empezado a repartir mascarillas gratuitas presentando el carnet sanitario. Se observa la larga cola de ciudadanos esperando la entrada a la farmacia del barrio. Casi es la única novedad que el ciudadano percibe en la calle en relación con la semana anterior.
Los expertos alertan de rebrotes; el CSIC también. Distancia de seguridad y mascarillas son hábitos que deberemos incorporar en nuestro ADN social. Y es que el paseante piensa que esto va para largo, que estamos en la semana más difícil, y que las mascarillas también van a ser para el verano. En bañador, si hay suerte, pero con mascarilla.
Enrique J. Salván es periodista especialista en Economía y Comunicación de Crisis, con experiencia de más de 40 años en medios y departamentos de comunicación