Esa frasecilla tan tonta de "con esta edad…"

Es obvio que no es lo mismo tener sesenta años que setenta o pasar de los ochenta; cada uno tiene sus cosas, digamos una pastilla más, una pastilla menos; pero, sinceramente, yo a todos los veo y estamos fenomenal. Pero siempre hay alguno que dice…."con esta edad...".

Yo cuando oigo eso me encantaría ser golfista, agacharme y verlo de diferentes distancias, desde distintos ángulos y, después, acercarme a él con una lupa porque por mucho que lo veo, está que niquelao. 

Tú lo miras, lo remiras, lo observas y lo reobservas y te preguntas: "¿Qué le sucede ahora a este tipo que te acaba de decir con esta edad…? Vamos a ver. Quien te lo dice, por ejemplo, está sentado en un banco de un parque, que hasta ha llevado un cojín; tomando el sol y viendo pasar gente: parejas de enamorados, niños y niñas con sus divertidas travesuras, los últimos modelos de coches, de motos… y, si es en las aldeas, frente a una taza de tintorro que cuando la acaba se arrea otra.

¡Joé con eso de "con esta edad"! Si me dijeras que eres chino, que estás con un millón de tíos en un barracón sin luz cosiendo camisas a destajo y que tienes los dedos hechos polvo de tantas agujas que te has clavado, pues, oye, sí, "con esta edad" y sin edad, un marrón.

Si vivieras así… ¡Pero no es tu caso, chava!, ¡No es tu caso!; tú le echas un morro que te lo pisas, que no estás acabado ni mucho menos y, además, tienes algo que es fundamental y que puedes y debes practicar: la imaginación. Sí, la imaginación la puedes practicar como el futbolista ensaya penaltis o el gobierno con los pensionistas.

"Con esta edad…, con esta edad…", practica la imaginación, que todo es ponerse. Y tío, aunque estés sentado en un banco o en casa, con tu imaginación puedes soñar lo que quieras: que eres el rey de una tribu africana y que cantas el gorongoló; que están por llamarte para que participes en Afrovisón por lo bien que cantas.

¡Que sí, hombre que sí!, que aunque te llames Luis García Prudencio, ahora eres El Mostafá AAg Kenan y no andas por Poio, Pontevedra o Arcade, que a ti eso te queda corto. Cabalgas sobre un precioso camello por el desierto de Tassilin-Ajjer, en el sudeste de Argelia, vestido con una túnica blanca y en la cabeza un tagelmust, que es un turbante que te queda que ni pintado y no con esa visera de Coca-Cola, que vas de un desentone…

Y tú dale con eso de "con esta edad, con esta edad..."; te voy a poner un par de camisitas para que hagas ojales que te vas a enterar. Vicio es lo que tienes, vicio y vicio. ¡Ande, póngale a este otra taza de tinto, a ver si espabila!