

Consumidores mayores: entre el estoicismo y la resignación
Carlos San JuanSábado 15 de marzo de 2025
2 minutos

Sábado 15 de marzo de 2025
2 minutos
Los consumidores mayores, que cada vez somos más, nos tenemos que enfrentarnos cada día a una serie de problemas específicos de nuestro sector poblacional.
El más conocido es la brecha digital, que nos afecta especialmente en todas las imprescindibles operaciones bancarias, pero que también dificulta extraordinariamente el acceso a la administración pública. Y comienza a ser preocupante también en el sector de la sanidad, especialmente en la deshumanización de la relación médico-enfermo.
Otro de los problemas es que debido a la falta de sensibilidad y adecuación de los fabricantes y de los dispensadores de productos imprescindibles hacia los clientes mayores, siguen sin respetar nuestra vulnerabilidad propia de la edad, en la que es muy frecuente una disminución de la agudeza visual y a pesar de nuestras repetidas peticiones, editan las etiquetas de los productos y de su contenido con letra tan pequeña que incluso tenemos que ir provistos de una lupa si queremos informarnos de algo tan fundamental como es la lista de ingredientes. Además, con el único objetivo de aprovechar al máximo los espacios, muchos productos se colocan en estanterías inaccesibles por su altura.
Edadismo paternalista
La atención personal al cliente, cada vez más escasa para ahorrar nóminas e incrementar sin límite el margen de ganancias, muchas veces se presta con un edadismo paternalista que solo nuestro ya crónico hábito de resignación soporta estoicamente.
Por lo que respecta a la obligada solicitud de atención telefónica –y a pesar de la llamada Ley Garzón de total incumplimiento– para llegar a escuchar una ansiada voz humana, hay que superar una serie de imposiciones robóticas que nos someten a una carrera de obstáculos: plomiza y extensa publicidad y veloz tecleo de números y almohadillas para luego soportar una interminable espera amenizada por una música enlatada, mientras rogamos que no se interrumpa la llamada, y tengamos que iniciar el via crucis.
Del análisis de lo expuesto, evidentemente limitado, y de que pronto seremos el país mas longevo del mundo, se deduce que a pesar de que la actual generación de mayores somos un ejemplo viviente de estoicismo, paciencia y resignación, es imprescindible que se apruebe la Ley de la Autoridad de Defensa del Cliente Financiero, que llevamos tres largos años esperando, así como que se haga de obligado cumplimiento la ley Garzón, y que se atiendan las reclamaciones de la organización de consumidores.
Evidentemente, todo sería más fácil y con menos reparto de competencias que enlentecen diluyen o ignoran nuestras justas reivindicaciones, si se reorganizan los numerosos ministerios y sin aumentar el gasto publico se creara el anhelado Ministerio de Mayores, a semejanza de muchos países con mucha menor longevidad que el nuestro, pero con mayor sensibilidad social con los más vulnerables.