Es un estudio específico de células (citos = célula) que se extrae de la zona que se supone tumoral para su análisis.
Quizá a muchas mujeres les sea más familiar el nombre del ginecólogo que puso en práctica esta prueba: Papanicolau. Georges Papanicolau, un médico griego nacionalizado en Estados Unidos, propuso la obtención de células cérvico-vaginales para su estudio. La prueba se basa exactamente en eso, en obtener células de las zonas que con más frecuencia pueden estar dañadas.
Con una pequeña espátula de madera y una torunda de algodón, se obtienen células del cuello del útero, del canal endocervical y de la vagina, donde puede haber células desprendidas del útero. Esas células se fijan después, se tiñen y se analizan. Se trata de ver si hay alteraciones y si hay alguna diferenciación que permita saber no sólo si hay una posibilidad precancerosa, sino cualquier otro tipo de anomalía.
Un 20% de españolas no se ha hecho nunca una citología.
¿Duele una citología?
No es una prueba dolorosa y hay que insistir en que se trata de recoger células “sueltas” que se pueden obtener por frotación. Pero que no se trata de ninguna agresión, ni de una extracción de tejido. Por eso puede afirmarse que se trata de una prueba indolora, sencilla y barata.
Gracias a ella el cáncer de útero, o mejor dicho, las consecuencias del cáncer de útero han descendido de forma sobresaliente.
¿Qué nos puede indicar una citología?
Puede advertir al especialista de cambios o alteraciones celulares. Se puede saber también si hay alguna infección vaginal y si hay algún virus que pueda relacionarse con el cáncer de cérvix, como es el del papiloma humano. Se sabe que es un virus que tiene capacidad para hacer mutar las células. Y se sabe hoy que el virus del papiloma es condición necesaria para que ese cáncer se desarrolle. La citología pone en manos del ginecólogo un elemento extraordinario para el diagnóstico precoz de cualquier anomalía o alteración.
Es posible que aparezcan células atípicas, anormales y entonces será el ginecólogo quien proponga otras pruebas o repetir la misma en un plazo determinado. Es posible también que muestre la presencia de células sospechosas. Quizá sean incipientes, con lo que el especialista recomendará una estrecha vigilancia, porque pueden desaparecer o pueden, por el contrario, aumentar.
En ese caso, lo normal es que determine la realización de una biopsia y, de acuerdo con el resultado, establezca el tratamiento adecuado.
¿Cuándo debe de hacerse?
Aunque puede haber otras opiniones, la mayoría de especialistas sugieren que la citología o el test de Papanicolau debería hacerse a partir de los 25 años (o antes si se han iniciado relaciones sexuales). La frecuencia más recomendada para la repetición de la prueba es cada tres años tras dos exámenes anuales con resultados normales. Deben hacerse estas pruebas todas las mujeres, independientemente de su actividad sexual.
¿Qué es una biopsia?
Una bipsia es el estudio anatomopatológico de un fragmento de tejido que se extrae del organismo. Se trata de saber el carácter de ese tejido y si tiene células tumorales o, si ya es de un tumor, conocer algunas de sus características. En definitiva, la biopsia es el análisis de células que hace el anatomopatólogo para saber si son tumorales o no; y para informar, en el caso de un cáncer , de qué tipo es.
¿Qué es la termografía?
Es una técnica que mide la temperatura de distintos tejidos con el fin de conocer su actividad metabólica. No es cruenta ni dolorosa y es como la obtención de una fotografía del calor que tienen los órganos que se analizan. Aunque puede ser útil en algunos tumores, hay en la actualidad técnicas mucho más sofisticadas. Puede definirse como una prueba complementaria más.
Sobre el autor:
Ramón Sánchez-Ocaña
Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid.
En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979) y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.
Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.
Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición.
En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.