Iñaki Ortega: España, a media asta
Iñaki Ortega: "La hipoteca inversa ahora no funciona, pero ha de funcionar"
La primera ola de la pandemia ha sido especialmente dura con las cohortes nacidas antes de 1959. En concreto, desde los inicios de la COVID-19, diversos informes internacionales apuntaron a los adultos mayores como el principal foco de riesgo de muerte. Esta circunstancia se ha puesto de manifiesto de forma muy evidente en el caso de España, a la luz de los datos conocidos (a fecha de julio de 2020).
Conforme a estos números, sin duda, el conjunto de población que más ha sufrido el coronavirus, en términos de mortalidad, en nuestro país ha sido el de aquellas personas cuya edad superaba los 74 años, el 82,04% de los fallecidos se han concentrado en ese rango de edad. El segundo grupo de edad más afectado es el de aquellas personas cuya edad estaba comprendida entre los 65 y los 74 años, concentrando el 11,62% de los fallecidos. Por último, el grupo de edad de personas menores de 65 años en su conjunto han concentrado el 6,34% de los fallecidos o, si se prefiere así: el 93,66% de las víctimas mortales por el virus tenían más de 65 años.
Pero el verano trajo el fin del confinamiento en España y la llamada “nueva normalidad” impuso una serie de medidas de prevención ante eventuales contagios que se resumieron en las tres “M”. A saber, mascarilla, metros de distancia social y limpieza de manos. Ahora que estamos ya terminando el estío y asistimos estupefactos al aumento desbocado de brotes a lo largo y ancho de toda nuestra geografía, no podemos caer en el error de pensar que las tres “M” no han funcionado.
Rejuvenecimiento de los enfermos
El Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad, publica periódicamente los informes de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Renave). Si vemos los últimos datos del 27 de agosto en lo que se refiere a contagios por edad en personas con inicio de síntomas y diagnóstico, no queda otra que felicitar a las personas mayores que viven en España. Si a principios de mayo, todavía en estado de emergencia, la mediana de la edad de los contagiados era 60 años (el 56% de todos los casos) hoy, después de tres meses de nueva normalidad, esa edad ha bajado a los 37 años. O lo que es lo mismo, los contagiados ahora mayoritariamente están en el entorno de los cuarenta años frente al principio de la pandemia que se situaban en los sesenta.
El rejuvenecimiento de los enfermos por el SARS-COV-2, conforme a Renave, se incrementa en comparación con los datos de hace cuatro meses. En pleno confinamiento atacaba a los mayores, uno de cada cuatro era mayor de 80 años. Ahora esa ratio es para los jóvenes entre 15 y 29 años. Incluso si se amplía la cohorte de edad hasta los 59 años, se comprueba que siete de cada diez nuevos infectados no ha superado los 60 años. La buena noticia es que los mayores de 80 años solo suponen el 5% de contagiados, pero, por desgracia, eso se traslada en un 22% de hospitalizados, frente a los menores de 30 años, que solo tienen un 1% de ingresos hospitalarios.
Los mayores, un espejo en el que mirarse
Con todas las reservas, por ser esta una situación inédita, podemos afirmar que las personas con más de 60 años en España han sido ejemplares a la hora de cumplir las recomendaciones para evitar contagios y están aplicando fielmente las tres “M”. Los mayores salen, pero se relacionan con prudencia con terceras personas, lo hacen con mascarilla y se encargan de que la higiene sea norma en su vida cotidiana. El ministro Salvador Illa afirmó hace unos días que “son un espejo en el que mirarse”, a mi me gustaría dar un paso más y reclamar una proporcionalidad a los medios de comunicación. Si en plena emergencia solamente se alertaba de residencias y de ancianos fallecidos, ahora tendría que dedicarse la misma atención y los mismos titulares a reconocer a la población adulta mayor española su ejemplar civismo y cómo sin su comportamiento estaríamos ahora de nuevo en un confinamiento con las consecuencias sanitarias, pero también económicas que todos conocemos. Por ello, desde aquí, mi reconocimiento a todos ellos.
Iñaki Ortega (@InakiOrtega) es director de Deusto Business School (@deustoDBS) y profesor de la UNIR