La costumbre de tomar café está muy arraigada entre nosotros. Tras cada comida se nos ofrece siempre café, una infusión oscura, que endulzamos con azúcar y aclaramos con leche. Costumbre arraigada porque nos proporciona cafeína, una de las tres “drogas” tradicionales del mundo occidental. (Las otras dos serían el tabaco y el alcohol). Aunque, a decir verdad, no ha tenido ni tendrá la misma consideración pública porque de lo que no cabe duda es de que el café tiene, con un consumo moderado, efectos muy positivos. Por otra parte, no parece que se derive ningún problema físico de un consumo abundante de café.
Hay estudios muy interesantes sobre la adicción a la cafeína o “cafeinismo”. La privación de café a un individuo acostumbrado a su consumo (de más de un gramo de cafeína/día: diez tazas aproximadamente), podría originar un síndrome parecido al de la ansiedad: nerviosismo, agitación, irritabilidad y hasta dolores de cabeza. Este detalle es muy significativo y aparece prácticamente en todos los testimonios de los que, siendo consumidores habituales de café, se ven privados de él. Eso parece indicar que hay o se crea una cierta dependencia.
¿Cuál es el efecto de la cafeína?
El más común, evidente y general es el efecto estimulante del sistema nervioso central. Reduce la idea de cansancio, estimula, despeja. Tiene también un ligero efecto diurético. Se comprueba también una acción estimulante sobre el corazón, siempre que el consumo sea moderado. De la misma forma, la cafeína aparece como estimulante de la musculatura.
No resulta positivo, sin embargo, el efecto sobre la acidez del estómago. El café aumenta la acidez del jugo gástrico.
Debe saberse, de todos modos, que la cafeína no solo está en el café. También el té la contiene en abundancia. En 150 mililitros de café torrefacto molido hay 90 miligramos de cafeína; si el café es soluble, hay 63 mg, y si es descafeinado, 3 mg.
Si se están tomando medicamentos, un poco de café no suele estar contraindicado, excepto si se toman antidepresivos o barbitúricos.
¿Crea dependencia?
La pregunta que muchas veces se hace es si el café es capaz de hacer adictos. Los estudios indican que sí, que un consumidor habitual de café, cuando se le priva de él, empieza a sentir fatiga, apatía, somnolencia, dolores de cabeza y ansiedad. Esos síntomas desaparecen pasados unos días sin café, aproximadamente una semana después de la privación.
Los efectos sobre los músculos son notables, hasta el punto de que el Comité Olímpico Internacional comprueba la cantidad de cafeína en los deportistas, y permite una dosis máxima equivalente a ocho tazas de café.
Las embarazadas deberían limitar el consumo de café porque su abuso podría influir en el desarrollo del feto. Si se da de mamar al bebe, nunca se debe tomar café antes de la toma. En esta circunstancia se debe consumir poco, y desde luego después de que el niño haya mamado. Porque si no, la cafeína pasará a él.
¿Tiene ventajas su consumo?
Hay estudios muy curiosos: los bebedores habituales de café reflexionan con mayor rapidez y tienen más memoria y capacidad de razonamiento que los adeptos a otras infusiones, según se desprende de lo publicado en la revista especializada de habla inglesa Psychopharmacology. Al parecer, las personas que beben té también tienen una reacción algo más rápida, por lo que todo apunta a que sea la cafeína la responsable de este estímulo de las capacidades mentales. El estudio se basó en test de reacción de memoria y razonamiento, combinados con un cuestionario sobre el consumo de café y té en un conjunto de personas en el que estaban representados todos los grupos sociales. Las personas que tomaban seis tazas de café al día tenían reacciones un 6 por 100 más rápidas que los que se abstenían y sus resultados en los test de memoria y razonamiento fueron entre un 4 y un 5 por 100 mejores.
Otro estudio realizado por la Universidad de Wake Forest, en Nueva York, sostiene que el café ayuda a estar más atento y a tener reflejos más rápidos. Tras exponer a bebedores de café a distintas ráfagas de sonidos, comprobaron que los reflejos mejoraban considerablemente cuando los voluntarios bebían una o dos tazas de café veinte minutos antes de realizar la prueba.
¿Y el café sin cafeína?
Sin embargo, sigue en pie la prohibición del abuso de café para algunas personas. Hay hipertensos que deben limitarlo. Por eso, la ingeniería genética está tratando de establecer un café sin cafeína.
Se trata de hacer grano de café sin el principio activo, no de extraer la cafeína por procesos industriales. Lo que buscan es insertar un gen determinado en las primeras células de la planta. Ese gen pertenece a un tipo de café salvaje con muy poca cantidad de cafeína. Y resulta que introducido en la planta de siempre, se logra mayor crecimiento, más resistencia a las enfermedades y un café “poco cargado”. Parece ser que este sistema es mucho más barato que el industrial de descafeinar. Los expertos en marketing ya han calculado que en sociedades obsesionadas con su salud, como algunas zonas de Estados Unidos, la venta de este tipo de café abarcaría un tercio de la cuota de mercado.
¿Qué se puede recomendar?
El Dr. López de Novales, especialista en nefrología, en un trabajo sobre los efectos cardiovasculares del café, concluye: “¿Cuándo podemos permitir el consumo de café? A esta pregunta siguen dos paralelas: ¿en qué cantidad? ¿De qué tipo de café? Los estudios permiten aceptar con seguridad razonable que la ingesta “moderada” (pongamos de 1 a 3 tazas al día) a quien nos refiera que no le hace daño subjetivo o que no padece úlcera gastroduodenal o arritmias, no ha de suponer un riesgo cardiovascular apreciable".
"Cantidades mayores se deberán evitar, por tanto, en hipertensos y en quienes tengan colesterol alto. Por desdicha, no se dispone de trabajos comparativos con distintos tipos de café (con o sin cafeína); conociendo el efecto de esta, parece razonable aceptar que a quien no manifieste un gran interés, por lo contrario, le indiquemos el uso de las infusiones pobres en cafeínas en las situaciones de riesgo".
"Respecto a la forma de preparación, aconsejaremos por lo menos a los grandes consumidores evitar las infusiones procedentes del cocimiento de los granos. En ausencia de factores de riesgo (hipertensión arterial, hiperlipemia, arritmias) no parece haber razones para oponerse al consumo mayor (3 a 6 tazas) de quienes sean muy dependientes de su uso”.
Recuerde
Se están estudiando ampliamente los efectos que el café puede tener cuando se toman algunos medicamentos. Por ejemplo, cuando se están tomando anticonceptivos orales, hay una disminución en la eliminación de la cafeína, con lo que su efecto puede ser mucho mayor. Se traduciría en una sobreexcitación nerviosa, dificultad para conciliar el sueño, etc.
No se debe tomar café si se están tomando antidepresivos. Puede provocar hipertensión y dolor de cabeza.
Tampoco se debe tomar café si se están ingiriendo sales de hierro, porque se pueden formar complejos insolubles que impedirán la asimilación del hierro.
El café no estimula la sexualidad.
En principio parece mejorar la capacidad intelectual, porque elimina la sensación de fatiga. Según los expertos, a partir de seis tazas diarias los efectos se invierten y el rendimiento cae. Se disipa la atención.
En definitiva, un consumo moderado tiene efectos positivos que desaparecen con el abuso.
Si tiene la tensión elevada, pregunte a su médico si puede tomar café y en ese caso, cuánto.
Sobre el autor:
Ramón Sánchez-Ocaña
Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid.
En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979) y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.
Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.
Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición.
En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.