La familia (del latín fame, hambre y/o famulus, sirviente o esclavo doméstico) es representada de formas muy diferentes en famosas pinturas. En occidente, en épocas del estilo renacentista y barroco, se pinta a la Sagrada Familia, como vemos en las obras que ilustran este artículo. Ya en el siglo XX, lo religioso dejará de tener fuerza en la representación, para incluir aspectos particulares y vinculares.
La obra de Rafael es muy sencilla. La de Miguel Ángel (1506) tiene la exageración de las formas propias del manierismo. En Rubens, barroca, hay muchos santos en escena dispuestos en distintos niveles, todo un despliegue de gran teatralidad.
En esta pintura de Picasso importa lo relacional: una madre que tiene en brazos a su hijo y lo acerca al padre quien lo besa. Pertenece a la serie de los arlequines, figuras en situación lúdica y de mutua interconexión.
Los roles materno y paterno han salido de un lugar sagrado, establecido, venerable, de reconocimiento, para ocupar otro, muy abierto a distintas posibilidades vinculares.
Los padres de hoy, ya convertidos en personas mayores, algunos en abuelos o bisabuelos, tienen con las generaciones más jóvenes relaciones muy disímiles: van de la lejanía, si no mutuo rechazo, a la amistad y enriquecedor descubrimiento en una gama compleja y en activa transformación.
Muchos mayores hoy se sienten más solos y alejados de su grupo familiar de lo que ellos estuvieron de sus padres. Sienten que ya no se interesan en ellos, ni se los escucha o que la relación está fuertemente condicionada por cuestiones monetarias. Una sociedad regida por el mercado y los cambios tecnológicos, donde todo se resuelve a distancia, propicia un medio que aumenta esta vivencia de aislamiento. Paradojalmente, también internet es la gran solución en los muchos casos de migraciones o traslados dentro del grupo familiar.
Por otro lado, la reciprocidad amorosa entre generaciones es fuente de alegría y promueve aprendizajes para ambos grupos etarios, contribuye a entender la variedad de subjetividades y maneras de ubicarnos en un mundo cambiante y diverso.
Sobre el autor:
Carmen de Grado
Carmen de Grado es Licenciada en Psicología, Máster en Psicogerontología, ex docente en la Universidad Maimónides de Buenos Aires (Argentina) y actualmente en el Instituto Iberoamericano de Ciencias del Envejecimiento (INICIEN).