Mónica Ramos Toro
Opinión

El feminismo por fin visibiliza a las viejas

Mónica Ramos Toro

Viernes 8 de marzo de 2024

5 minutos

El feminismo por fin visibiliza a las viejas

Viernes 8 de marzo de 2024

5 minutos

El feminismo lo hacemos las feministas, no es algo abstracto e intangible, sino un contenido con carne y hueso, con cerebro y corazón, hecho desde nuestros cuerpos, nuestras inquietudes, necesidades, reivindicaciones, deseos y luchas colectivas. Esto hace que las agendas del feminismo aborden aquello que interpela a las feministas en cada momento y lugar. Por eso es un movimiento que -valga la redundancia- está en constante dinamismo, no deja de interseccionar las discriminaciones que nos atraviesan a las mujeres en sociedades patriarcales, que además son: clasistas, racistas, xenófobas, colonialistas, capacitistas, lgtbifóbicas, y como no, edadistas. Lo cierto es que estas intersecciones se han ido dando con intensidades e incidencias muy diversas y se han ido poniendo en las agendas a cuentagotas. De hecho, la intersección entre patriarcado y edadismo sigue siendo una de las más recientes, novedosas y menos abordadas. Lo que unido al escaso interés que ha tenido la gerontología -la ciencia que estudia el envejecimiento y a las personas mayores- por introducir una mirada feminista tanto en el ámbito de la investigación como en el de la intervención, ha provocado que los cuerpos y las vidas de las mujeres mayores quedaran invisibilizadas, silenciadas e infravaloradas.

No debemos olvidar que todas las ciencias -y la gerontología no iba a ser menos- tienen un sesgo androcéntrico, lo que quiere decir que el hombre (varón) siempre ha sido el sujeto de estudio universal, es decir, que el ser humano ha sido siempre un ser masculino. En gerontología, esto se ha traducido en que se ha estudiado el envejecimiento como si fuera un proceso idéntico para hombres y para mujeres, utilizando como modelo de estudio el hombre, lo que mostraba a las mujeres -por la comparativa- como seres “vulnerables”, con importantes carencias de recursos, pero invisibilizando a menudo sus capacidades y fortalezas. En definitiva, invisibilizando lo que les pasa a las mujeres, lo que hacen y lo que desean las mujeres.

Frente a este sesgo androcéntrico, el único antídoto ha sido y es el feminismo, ya que aporta los fundamentos necesarios para cuestionarlo y para abordar las discriminaciones que el sistema patriarcal impone en la vida de las mujeres. Sin embargo, escasamente en las agendas feministas se ha abordado el envejecer de las mujeres, ni las vidas de las viejas en toda su diversidad y complejidad. La explicación la tenemos al comienzo de este artículo. Las feministas han ido tratando las cuestiones que más les afectaban en cada momento y el envejecimiento no lo han considerado relevante, hasta fechas muy recientes. Somos pocas las que llevamos décadas trabajando desde la gerontología feminista como raras avis, para demostrar que envejecer es un proceso que nos atraviesa de diferente manera a hombres y mujeres en sociedades que siguen considerando que es mejor ser hombre que ser mujer, y ser joven que ser viejo, por lo que ser mujer y vieja, está doblemente devaluado. Pero no nos quedamos ancladas en la queja y el victimismo patriarcal y edadista, sino en la reivindicación de las capacidades de las mujeres en sus vejeces para superar estas barreras y para posicionar nuestros cuerpos envejecidos con empoderamiento reclamando libertad, dignidad y justicia social.

Además, también tenemos que celebrar el gran interés que actualmente está despertando este abordaje del envejecimiento desde una perspectiva feminista, especialmente en los sectores de igualdad, aunque no tanto en la gerontología, aquí queda todavía mucho por avanzar.

Desde UNATE, la Universidad Permanente y la Fundación Patronato Europeo de Mayores (PEM) llevamos años poniendo el foco en el envejecer de las mujeres, avalando con investigaciones y nuestras acciones la necesidad de escuchar sus voces, de visibilizar sus diversidades y de poner en valor su elevada participación individual y colectiva en procesos de aprendizaje, en proyectos comunitarios de participación, o en acciones puntuales de reivindicación en torno a efemérides como el 8M o el 25N. En esta línea, el año pasado en torno al 8M convocamos a mujeres mayores de varios municipios de Cantabria para que a través de talleres de reflexión, plantearan sus reivindicaciones a la sociedad en su conjunto, a las familias, a las administraciones públicas, a los medios de comunicación, a los movimientos feministas, etcétera, con el objetivo de lanzar un vídeo bajo el lema “Mujeres mayores visibles en el 8M”

Este año hemos querido dar un paso más y, con estas frases, la poeta y cantante rapera Celia Bsoul ha escrito la letra de un rap con música de Escania y hemos grabado un videoclip en el que 10 mujeres mayores que participan en actividades de UNATE alzan su voz para decir:Somos mayores, diversas y estamos aquí. Somos fuertes, valientes y estamos aquí”.

El estribillo es así de poderoso:

Alzamos nuestra voz para ser vistas

No hay edad para la lucha feminista

Somos parte del presente y construimos el futuro

Donde la igualdad a nuestra edad también exista

Ojalá esta canción se convierta en un himno feminista con el que todas las mujeres nos sintamos identificadas porque está claro que todas somos diversas, pero lo que seremos todas algún día es viejas. Qué mejor que luchar, tengamos la edad que tengamos ahora, por las viejas que somos o seremos, es una de las maneras que podemos elegir para hacer grandes y libres nuestras vejeces.

Sobre el autor:

Mónica Ramos Toro

Mónica Ramos Toro

Mónica Ramos Toro es geroantropóloga feminista. Coordinadora técnica de UNATE-La Universidad Permanente y Fundación Patronato Europeo de Mayores (PEM).

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