Francisco Olavarría Ramos
Francisco Olavarría Ramos es profesional de la comunicación, con experiencia de trabajo en entidades y empresas relacionadas con las personas mayores o personas con discapacidad.
… saber más sobre el autorMiércoles 1 de abril de 2020
2 minutos
Estos días de quedarse en casa, reflexionando sobre lo que lees y ves en la televisión, como si te tratase de un mal sueño, te habrás dado cuenta de algo que las personas más mayores de nuestra sociedad conocen bien. La fragilidad del ser humano y de su ecosistema.
Desde el lugar en que ahora lees a este ciudadano preocupado y en el que quizá, ya empieces a sentir algo de claustrofobia, es el mismo desde el que muchas personas institucionalizadas o aisladas en su domicilio están muriendo, de forma literal o figurada. Unos a consecuencia del coronavirus y otros, producto de una soledad severa que nunca desearon.
Conociendo lo anterior, cuidar y cuidarse, más que nunca, se ha convertido en una responsabilidad de primer nivel, para la que hay que dotar de garantías y de una mayor conciencia ciudadana, seguidamente.
A las 20:00 horas, desde los balcones de toda España, unánimemente, aplaudo a los profesionales de la salud, con especial intensidad a aquellos que trabajan en las residencias de mayores. Profesionales vocacionales que hacen una labor encomiable siempre -sin el merecido reconocimiento por autoridades y la sociedad- y que estos días se enfrentan a esta dificultad en forma de virus, con carencia de materiales para desarrollar sus tareas de cuidados al colectivo más vulnerable.
En este contexto de incertidumbre e indiferencia, sin vacuna para combatir ambas, nos toca lidiar, confiando en que esto lo superaremos juntos.
No me cabe duda de que la sociedad que surja después de los tiempos del coronavirus deberá aprender de las personas mayores que lo dieron todo y reciben poco, que superaron crisis más graves y son ejemplos de resilencia superando todo, menos el abandono. Recuperemos la cordura antes de que mueran los maestros de tanta sabiduría, que no venía de la tecnología o el consumismo, sino de la empatía y la dulzura de la vejez.
No te frustres por este confinamiento, que es temporal. ¿Qué son apenas 40 días si lo que nos espera es la era de la longevidad? Hagamos algo, más bien mucho, para poner en valor esta oportunidad de vivir más que nunca.
Francisco Olavarría Ramos. Profesional de la comunicación con formación en gerontología social.