Francisco Olavarría Ramos
Francisco Olavarría Ramos es profesional de la comunicación, con experiencia de trabajo en entidades y empresas relacionadas con las personas mayores o personas con discapacidad.
… saber más sobre el autorSábado 6 de mayo de 2023
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Cuando visito residencias de personas mayores, que lo hago con frecuencia desde hace muchos años, creo ver y reconocer a gente conocida. Evidentemente, me confundo cuando les saludo, pero no del todo. A ver si me explico.
Creo que con la edad no sólo perdemos colágeno o flexibilidad muscular, perdemos rasgos distintivos para ser parte de un todo que nos uniforma, además de invisibilizarnos. A riesgo de ganarme enemistades o conflictos, creo que la experiencia de la vejez nos iguala en gran parte, nos sintetiza, nos desnuda, dejándonos en la esencia.
Las enfermedades, y su vivencia individual, acompañada, en soledad, en una institución o en casa siempre nos han puesto en el mismo punto de salida. Quizá por ello, yo ya he saludado a Carmen, Vicente o Ana. En su esencia, desprovistas de egos, clases sociales o roles profesionales, son las mismas historias de vida que me ponen ante el espejo cuando me creo independiente, libre y todopoderoso.
La ventaja me la llevan ellos y ellas, como maestros que han sido para mí, pero esa ventaja en este análisis me ha sido regalada por una intuición que quienes me conocen, reconocen y valoran.
Para acabar y no robarte más tiempo con esta lectura, la próxima vez que me encuentre con estas tremendas personalidades haré como si les conociera de siempre o quizá de otra vida porque en este punto de mi vida, creo que todo es posible. Como conclusión, no es olvido, despiste o confusión es, reconocimiento. En todas sus acepciones reconocidas en el diccionario.