Es una ceguera perfectamente evitable. Sin embargo, el glaucoma, al evolucionar sin dar síntomas, es la primera causa de ceguera en los países más desarrollados. Por eso, los especialistas hablan ya de que se trata de un problema social.
Se puede calcular que alrededor de un millón de españoles lo padece. Y la incidencia irá creciendo porque es una enfermedad que se asocia a la edad. Por tanto, con el envejecimiento de la población, se irá detectando cada vez más. El problema es que el propio individuo no se da cuenta de que lo padece: no da síntomas; y cuando los da, suele ser tarde. Pero hay que insistir en ello: la gran mayoría de españoles no acude a las revisiones que serían preceptivas. Por eso, solo la tercera parte de los casos está diagnosticado.
Se ha avanzado mucho y como dicen los especialistas, con el estudio del nervio óptico y sus estructuras, se puede adelantar el diagnóstico entre 3 y 5 años.
Los primeros avisos
Un enfermo de glaucoma definiría el proceso diciendo que siente que pierde vista poco a poco. Cambia de gafas con frecuencia en los últimos tiempos pero no acaba de encontrarse a gusto. Cuando va a un sitio oscuro tiene una enorme dificultad para ajustar la vista; no encuentra una referencia clara para poder enfocar. Pierde vista más lateral que frontal. Y casi todas las luces las ve con una irisación alrededor.
Es verdad que estos síntomas son compatibles con el glaucoma, pero también aisladamente con otros problemas. No podemos olvidar que al glaucoma se le ha llamado 'el ladrón silencioso de la vista'. En los países desarrollados, es la segunda causa de ceguera (La primera es la retinopatía diabética) y afecta al 2% de las personas mayores de 40 años. Y cuando empiezan los síntomas, es decir, cuando uno se da cuenta de que no ve bien, suele ser ya tarde.
Cómo se produce
Entre la córnea y el cristalino, hay un líquido transparente que se crea y se elimina de forma constante. Es líquido de limpieza, de lubrificación. Por alguna circunstancia, puede ocurrir que los canales de salida de ese líquido se cierren y entonces se dificulta o bloquea su eliminación; ese líquido no puede salir. En el ojo se produce un aumento de ese humor y, por tanto, se advierte mayor presión. Ese aumento de presión interrumpe el flujo de sangre al nervio óptico que, entonces, queda sin riego. Es el glaucoma. El nervio óptico se inutiliza y entonces los ojos, aunque miren, no pueden transmitir la imagen hacia el cerebro. Miran, pero no ven.
Lo más grave, como decimos, es que el glaucoma no avisa. La tensión del ojo va subiendo y no produce síntomas de ningún tipo. Cuando empieza a fallar la visión, es cuando nos podemos dar cuenta. Pero en el momento en que el glaucoma da síntomas, la visión ya está dañada.
Señales de aviso
De todos modos, aunque un poco tarde, puede haber una serie de pistas que nos pueden alertar.
La primera quizá sea el del cambio frecuente de gafas. Como si no encontrara ninguna que le quedara bien. Suele haber una pérdida de visión lateral, como si tuviera que mirar siempre de frente. En objetos muy próximos suele haber dificultad para enfocar la vista. También hay dificultad en ajustar la visión en lugares oscuros, como en el teatro o en una sala con poca luz.
Aunque el tipo más frecuente de glaucoma se da después de los 35 años, puede aparecer también en edades más tempranas. Y es más frecuente entre personas de raza negra que entre los blancos.
Tipos de glaucoma
El glaucoma puede ser de ángulo abierto (crónico) y el agudo o de ángulo cerrado.
El abierto (90% de casos) se debe a la obstrucción parcial y limitada de la eliminación del humor acuoso del ojo. No es tan dramático como el agudo pero también, con el tiempo, puede causar ceguera. Inicialmente es asintomático, aunque el campo visual periférico se ve gradualmente afectado, dejando el campo de visión central aparentemente sin daño alguno. Por eso la agudeza visual no se ve afectada de manera perceptible hasta estadios avanzados de la enfermedad. No hay dolor ni síntomas de otro tipo. Lo único que va a notar y que le llevará a la consulta del especialista será que poco a poco ve menos, aunque en ese momento, la enfermedad ya afectará a una buena parte del nervio óptico.
También hay un tipo de glaucoma "con presión normal", en el que se dan todos los síntomas, excepto el de la presión intraocular elevada. Se cree que en estos casos se debe a una especial sensibilidad a la presión; de manera que cifras aún normales, a ellos les proporciona una tensión excesiva.
El glaucoma agudo o de ángulo cerrado ocurre cuando hay una obstrucción brusca, parcial o total, de la eliminación del humor acuoso debido a un bloqueo de su vía de drenaje. En esta situación el humor continúa produciéndose de manera normal y al no poder ser eliminado, la presión aumenta rápidamente. Hay dolor ocular intenso y síntomas de malestar general. Se trata en este caso de una emergencia médica que necesita un tratamiento inmediato. Solo un 10% de casos se deben a este glaucoma agudo o de ángulo cerrado.
La toma de tensión
Hablamos de la tensión del ojo, la tensión interna del ojo, que nada tiene que ver con la tensión arterial.
La toma de tensión del ojo, que se debe aconsejar a todos después de los 40 años, es un examen rápido y que no duele absolutamente nada. Se realiza ya de forma rutinaria con máquinas que proyectan una especie de soplido sobre la superficie del ojo y permite conocer la presión que soporta .
Si la presión está por encima de lo normal, el oftalmólogo observará el nervio óptico para comprobar si hay daño o pérdida de visión. A partir de ese momento, debe mantenerse bajo control para evitar aumentos futuros.
Debe insistirse en que se puede parar la progresión de la enfermedad. Cuanto antes se diagnostique, más posibilidad hay de prevenir una pérdida de vista. El tratamiento suele ser a base de gotas.