La gripe no es una enfermedad banal. Es verdad que se puede pasar sin consecuencias de ningún tipo; pero no es menos cierto que una parte amplia de la población puede sufrir complicaciones serias. Por eso se recuerda de manera permanente que la vacuna es la mejor prevención. Especialmente para enfermos crónicos o mayores de 55 años. Hay que insistir en que se trata de una enfermedad vírica que cada año afecta a 15 de cada 100 adultos, a 35 de cada cien preescolares, a 30 de cada 100 escolares y hasta la mitad de los niños que acuden a guarderías. Y las complicaciones de la gripe causan en la Unión Europea, alrededor de 30.000 muertes cada año. Hay que tomárselo en serio.
Estamos acostumbrados a creer que con un día de cama y un caldito se resuelve. Y no es así. Las complicaciones que puede originar pueden ser graves.
Una Interpol del virus
Y prueba de ello es que la Organización Mundial de la Salud mantiene sobre el virus una auténtica "interpol del virus". Vigila en todo el mundo y cuando se detecta un caso se notifica a los centros especialmente diseñados para ello: Londres para los virus de Europa y Africa y Atlanta para los virus del resto. Así localiza las mutaciones, porque es un virus que muta, que cambia . Y según esos cambios recomienda cada año qué virus deben contener las vacunas. La OMS mantiene esa red de vigilancia global y analiza miles de muestras de la gripe de todo el mundo; así predice cuáles serán las cepas con mayor riesgo para la salud humana en la temporada siguiente.
Nos vacunamos poco
En España no se vacuna todo el que debería. No se suele llegar al 57 % de la población. Y hay que recordar que la gripe es una enfermedad social. Por eso, además de vacunarnos debemos apelar a la responsabilidad para no difundir el virus, conviviendo con los demás cuando estamos sufriendo la infección. Por ejemplo, quedándonos en casa para no distribuir el virus. El doctor Melnotte, epidemiólogo francés, hizo el estudio de la progresión geométrica del contagio y llegó a la conclusión de que un griposo en una ciudad, puede contagiar en una semana a 78.125 personas sanas.
Piense: Un estornudo ante cualquier objeto puede mantener bacterias y virus desde 20 minutos hasta 2 horas. Un muchacho que estornude ante un pupitre puede contagiar a quien una hora más tarde ocupe el mismo lugar.
Vacunación prioritaria
Los especialistas señalan que sería imprescindible que se vacunaran: las mujeres embarazadas; los niños de 6 a 59 meses; los enfermos crónicos y los trabajadores sanitarios (que solo se vacunan el 21 %).
En general, debe vacunarse toda la población mayor de 55 años. Adultos y niños portadores de enfermedades crónicas (especialmente respiratorias y cardiacas). Pacientes con bajas defensas ya sea por enfermedad o por tratamiento (corticoides, quimioterapia, inmunosupresores). Personas que trabajan o viven en centros o residencias donde se atiende a enfermos crónicos. Grupos de población que viven en régimen de comunidad (Internados, colegios mayores, cuarteles...). Y todas aquellas personas que por su circunstancia puedan transmitir el virus a pacientes de alto riesgo.
Puntos clave
Conviene recordar los puntos clave que la OMS señala:
- La gripe es la infección viral aguda que se contagia más fácilmente de persona a persona. (Todavía no había aparecido el coronavirus)
- La gripe circula en todo el mundo y puede afectar a cualquier persona de cualquier edad.
- Es un problema de salud publica que ocasiona muchos enfermos y muchas muertes en grupos de riesgo (En España alrededor de 3.500 al año en una epidemia "normal").
- La vacunación es el medio más eficaz para prevenir la infección.
- Aunque se dispone de antivirales para la gripe, debe saberse que este virus es capaz de crear resistencias de manera muy rápida.
Los síntomas
Recuerde que la gripe produce tres tipos de síntomas:
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Respiratorios: al inflamarse la mucosa, los síntomas podrían parecer un catarro muy fuerte.
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Neurológicos: Surge dolor de cabeza que puede ser pulsátil, como el de la jaqueca. La pulsación puede notarse incluso en los ojos. Dolores musculares, con tortícolis y ligero lumbago. Hay un cansancio especial y generalizado que lleva al calificativo popular de “trancazo”.
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Infecciosos: los síntomas específicamente infecciosos son la fiebre, cierta taquicardia y una pérdida notable de apetito.
El contagio
Se produce por las partículas minúsculas de saliva, el tosido y la respiración. El momento de mayor contagio es cuando se esta incubando el virus, es decir cuando todavía el enfermo tiene dudas de si es gripe o no, y solo tiene como síntoma una sensación de cansancio y catarro. Es ahí -entre 1 y 3 días- cuando más se propaga.
Y es curioso señalar que son los niños las primeras víctimas y son ellos los que contagian a los abuelos.
Para evitar la transmisión del virus
Taparse la boca al toser o al estornudar, preferentemente con pañuelos desechables (que no se deben reutilizar). Lavarse las manos con frecuencia (también entre los dedos). Y o bien secarlas al aire o utilizar toallita de un solo uso. Evitar el contacto cercano (besos y abrazos) con quien esté enfermo. No compartir vasos ni cubiertos porque pueden mantener virus. Evitar en esta época locales cerrados con aglomeraciones.
Qué hacer si llega
En personas mayores, si hay fiebre alta durante más de 48 horas que se resiste al tratamiento o hay una postración excesiva, acudir a un centro sanitario.
En todos los demás casos, el tratamiento debe ser, primero AISLAMIENTO y después, reposo, hidratación y analgésicos si hay dolor. Y ser conscientes de que el contagio es muy fácil, así que debemos procurar no difundir el virus. Apelar a la responsabilidad de cada uno.
Las complicaciones
Las más comunes son de tipo respiratorio que pueden ser muy serias en personas de más de 65 años. Pueden aparecer neumonías y agravamiento de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, EPOC, la bronquitis y el asma. En los niños pueden aparecer otitis y bronquiolitis. Por lo general cuando la infección gripal llega, las defensas se disponen a eliminar el virus. Y es cuando en un organismo debilitado se pueden producir y superponer otros procesos infecciosos de tipo respiratorio. Neumonías o bronquitis son los más frecuentes. Pueden aparecer también afecciones cardiacas.
Cómo se presenta
El periodo de incubación –desde que se contagia hasta que aparecen los primeros síntomas- es de 48 horas con una variación entre uno y siete días. Se transmite por el aire al toser y estornudar.
Los principales síntomas son: fiebre de hasta 39ºC, escalofríos, dolor de cabeza, dolores musculares, estornudos, tos intensa y persistente, rinorrea, lagrimeo y faringitis leve. Tiene una evolución de 5 a 7 días, aunque algunos de los síntomas suelen durar entre dos y tres semanas.
¿Gripe o catarro?
Aunque los síntomas iniciales son similares y el proceso de contagio es el mismo (las gotitas que se expulsan al estornudar o al toser), hay diferencias. La primera está en los síntomas. En el catarro común la tos, el estornudo y la congestión nasal, predominan, con fiebre escasa. En al gripe sin embargo, hay un cansancio especial y dolor muscular. Suele haber fiebre por encima de los 38 grados. En el catarro el tratamiento es sintomático, con abundante ingestión de líquidos; en la gripe, el mejor tratamiento es la prevención con la vacuna. Pero si ya llegó, mejor pasarla en casa. Beber abundantes líquidos, evitar el consumo de alcohol y de tabaco y descansar. No se deben utilizar antibióticos (ante los virus no tienen poder). Y siempre en caso de duda consultar al médico.
Signos de alarma
Debe acudir al medico o a un centro sanitario si surgiera alguno de estos síntomas:
- Pérdida de conciencia.
- Dolor agudo en los oídos.
- Convulsiones.
- Pérdida de sensibilidad en los miembros.
- Dolor en el pecho.
- Expectoración de color amarillento o gris.
El virus y el frío
Muchas veces nos planteamos esa misma pegunta. Si la gripe esta causada por un virus, ¿qué relación tiene o puede tener con el frío? Mucha; y desde luego en la cultura popular esta asimilado. Prueba de ello es que un catarro -que también esta producido por un virus (hay más de 200 virus que pueden causarlo)- suele llamarse popularmente “resfriado”.
En el caso de la gripe, baste decir que el virus se llama influenza, porque proviene del italiano que achacaba la enfermedad a la “influenza di freddo”; es decir, por influencia del frío.
Lo que parece fuera de duda es que el frío favorece la difusión del virus. Por eso la temporada gripal va de noviembre a marzo, con un pico habitual en enero. El virus se contagia mejor a temperaturas inferiores a 5 grados y escasa humedad. El frío, por otra parte, disminuye los mecanismos de defensa del aparato respiratorio y hace que los virus sean más estables y sobre todo, que puedan permanecer más tiempo en circulación. Por si fuera poco, con bajas temperaturas solemos estar más tiempo en locales cerrados y posiblemente más agrupados. Y eso facilita la transmisión.