No basta con tener muchos años para ser venerable, hay además que hacer valer la experiencia vivida, aprendiendo de ella.
La historia de la casta Susana fue contada en el Libro de Daniel, Antiguo Testamento, y es pintada por artistas de todos los tiempos. Daniel aparece como un héroe legendario que salva a Susana de la muerte a la que había sido condenada por una encumbrada asamblea.
Se cuenta que ella vivía con su esposo Joaquín, un hombre muy reconocido en la comunidad de Babilonia. Dos ancianos habían sido nombrados jueces y frecuentaban la casa de Joaquín donde recibían a gente que tenía pleitos. Viendo a Susana reposando en el jardín sintieron por ella una pasión vehemente. Al encontrarse espiándola tuvieron que comunicarse mutuamente su deseo. En una oportunidad en la que ella estaba sola bañándose se presentaron diciéndole: ¨Entrégate, o daremos testimonio de que estabas con un joven¨. Susana no accedió a sus reclamos. Fue acusada y condenada a muerte.
Todo el pueblo creyente en la inocencia de la joven estaba reunido para expresarse, mientras ella era trasladada al lugar del castigo. Daniel gritó entonces que ella era inocente y, al pedírsele que explicara su actitud, propuso separar a los viejos jueces para preguntarles debajo de qué árbol encontraron a Susana cometiendo adulterio. Cada uno de los hombres mencionó un árbol distinto, poniendo al descubierto sus mentiras. El pueblo entero en asamblea condenó a los viejos, quienes recibieron la pena que pedían para Susana, la pena de muerte.
Es la primera vez en la historia bíblica que jueces que se creían respetables son condenados. Esto sucede tiempo después de que el pueblo de Israel es llevado en cautiverio a Babilonia. La vida en el exilio produjo grandes transformaciones. Uno de los cambios fue el lugar que la comunidad brindaba a los mayores. Había que tener méritos para ser venerables, no bastaba con tener años.
Posteriormente, alrededor del 500 a.C., tanto en el Libro de Job, Antiguo Testamento, como en La República de Platón, hay citas que reflexionan sobre esta cuestión. En Job 32, Eliú que es joven y da un discurso a los ancianos les dice: ¨No son sabios los que están llenos de años, ni los viejos los que comprenden lo que es justo¨. Platón se inspira en Céfalo, un hombre que reflexiona sobre la vejez, siendo él muy anciano, y hablando con Sócrates le dice: ¨No es la vejez, Sócrates, sino el humor de la gente. Cuando se tiene prudencia y se es complaciente, tampoco la vejez nos hace importunos. Mientras que, en el caso contrario, tanto en la vejez como en la juventud, cualquier persona puede llegar a ser insoportable¨.
Hoy, la mirada sobre el mayor ha dejado de estar idealizada. Estar en un saludable proceso de envejecimiento en lo psicológico supone desarrollar factores protectores que contribuyen a un ser creativo y flexible, que se brinda a las nuevas generaciones apreciando lo diverso y plural, dispuesto a transformaciones y a aprender ante situaciones desconocidas.
Sobre el autor:
Carmen de Grado
Carmen de Grado es Licenciada en Psicología, Máster en Psicogerontología, ex docente en la Universidad Maimónides de Buenos Aires (Argentina) y actualmente en el Instituto Iberoamericano de Ciencias del Envejecimiento (INICIEN).