Hay que intensificar la prevención de la migraña a medida que cumplimos años

La migraña, jaqueca o hemicránea es un tipo especial de dolor de cabeza o cefalea, que se caracteriza, como su propio nombre indica, por afectar a media cabeza y ser un dolor de tipo opresivo. Hay que diferenciarla de otros dos tipos de dolores de cabeza:

• Cefalea tensional.  Es la más frecuente ya que supone el 90% de todas las cefaleas. Afecta toda la cabeza y la causa suele ser el estrés. La intensidad del dolor no suele ser incapacitante, por lo que el individuo puede realizar sus actividades habituales.
• Cefalea en racimos. Es infrecuente, y aunque afecta unilateralmente, la zona de dolor suele ser alrededor del ojo, no media cabeza entera. El dolor es en forma de ataques muy intensos que duran entre media y una hora habitualmente.

Otros síntomas típicos de la migraña son que puede acompañarse de náuseas y vómitos y entumecimiento de extremidades, pero sobre todo, tiende a empeorar por estímulos luminosos o acústicos o por la actividad física, por lo que el paciente tiende a aislarse inmóvil, en una habitación oscura y sin ruido, porque nota que eso le alivia. La duración de las crisis puede ser entre 4 horas y 3 días, y la frecuencia es de un episodio a la semana hasta uno al mes.

Otro aspecto típico es que suele acompañarse de un aura, que son sensaciones tipo hormigueos en media cara o en la zona de labios y lengua, o en alteraciones visuales, que aparecen una media hora antes de que empiece el ataque.

Una patología frecuente 

La migraña es relativamente frecuente ya que afecta a un 10%-15% de la población, más común en mujeres. Parece que tiene cierto componente genético, aunque las causas no son bien conocidas. Los desencadenantes que, en muchas personas se asocian al inicio de la migraña, son:

• Estrés. Más del 60% de los pacientes reconocen que les ocurre cuando atraviesan un período de mayor estrés o ansiedad.
• Ciclo menstrual. En mujeres fértiles, el período premenstrual es el que más se asocia a esta enfermedad.
• Clima. Cambios bruscos de presión atmosférica y viento fuerte pueden desencadenarla.
• Hábitos de vida y dieta. Cambios de rutina en hábitos de vida y sueño son perjudiciales. Aunque los datos no son sólidos, se piensa que algunos alimentos pueden desencadenarla como chocolate, café, vino tinto, queso o comidas que lleven glutamato.

Aunque el primer ataque de migraña aparece, habitualmente, hacia los 30 años, en mayores de 60 años la enfermedad es más frecuente que en el resto de la vida, es más difícil de controlar y suele ser más molesta, tanto que puede llegar a generar cuadros depresivos por las molestias que produce. Como frecuentemente existe comorbilidad con otras patologías debido a la edad, que suelen requerir tratamientos farmacológicos, todo ello aumenta los desencadenantes, por lo que los episodios tienden a ser más frecuentes, intensos y molestos, y se controlan peor con los tratamientos antimigrañosos habituales como los triptanes.

Medidas preventivas en mayores 

Esto es lo que hace que en mayores sean especialmente necesarias las medidas preventivas como horarios regulares de comida y sueño, actividad física periódica pero no intensa, precaución con los alimentos que se han relacionado con las migrañas o técnicas para el control del estrés y la ansiedad como mindfulness, yoga o relajación. 

También a esta edad, cuando los episodios son frecuentes o difíciles de controlar, se recomienda llevar un diario de migrañas, donde se apunta día y hora del ataque, síntomas principales, duración, impacto en las actividades diarias y medicamentos tomados y su efectividad.

En suma, nos encontramos ante una patología habitual, que afecta más frecuente e intensamente a mayores de 60 años, y en los que los factores preventivos deben intensificarse a esta edad.